Cultura

Golpe de estado, genérico o similar

Enfermar y el nacimiento de un hijo dan a las tribulaciones cotidianas su dimensión justa; justa en relación con quien enferma o se convierte en padre, en madre. La diferencia entre ambas experiencias, además de la evidente, es que por la enfermedad atravesamos de manera semejante; un enfermo remite a sensaciones que entendemos y que podemos comparar con las propias sin perder la noción sobre el sufrir específico de quien padece. La paternidad y la maternidad también dislocan la manera de enlazarnos con la realidad; no obstante, las ensayamos de diversos modos y con actitudes que pueden ser polares.

Enfermos, somos ácidos para criticar, exponemos fácilmente lo que pensamos y no dedicamos tiempo, tampoco palabras, a lo que desestimamos. En los momentos en los que el padecimiento se instala como consejero preferente de lo que somos, hacemos y decimos, muy pocos asuntos y personas merecen nuestro comedimiento. Por ejemplo, las campañas electorales dibujan un circo esquizofrénico en el que el subconsciente de los candidatos parece ser el maestro de ceremonias; desde la enfermedad, el proceso electoral es un artefacto surrealista que materializa pesadillas, aunque sin valor estético.

Quien está aquejado por un malestar que se le presenta invencible y eterno, que percibe a su cuerpo como un agente extraño y pernicioso, se pregunta cada que le son impuestos los eslabones de la cadena oxidada que es la democracia electoral (spots, notas periodísticas, jingles, debates, encuestas, etcétera): todo esto, ¿es en serio? ¿Tanto desfiguro es indispensable para organizar la vida en comunidad? ¿No se dan cuenta lo ridículos que se ven y se escuchan? ¿Notan que sus proyectos son mínimos, que lo importante no pasa por sus maneras y por sus ocurrencias? Los calosfríos se acentúan, el enfermo aparta contundentemente lo relevante de lo anodino, deja en su lista unos cuantos individuos, dos o tres temas y el catálogo de placeres se reduce, el doliente revalora las cosas sencillas y próximas.

Qué pasaría si una epidemia se cerniera sobre México la semana previa al primero de julio, una que implicara un trastorno no mortal, fastidioso, de los que se curan con reposo… El 25 de junio, por causas sicosomáticas, ni qué decirlo, los mexicanos en edad de votar amanecen abatidos, febriles, sudorosos y mustios; nadie explica cómo es que la clase política y la cofradía de comunicadores están como si nada, el resto no puede hacer su vida de rutina, se esfuerza por trabajar, estudiar o lo que sea, y desiste, la única ocupación accesible a los aquejados es calibrar su entorno a través del velo de la perturbadora dolencia. Casi todo se les ajena; la economía, las deudas, los importantísimos negocios, las posesiones, las reuniones que no podían esperar, de repente quedan muy lejos, las saben por ahí, pero son insignificantes, literalmente. Pronto se forman comunidades pequeñas, unas empáticas de las otras; sus miembros ahora piensan y advierten sus vidas de otra manera, supeditadas a nuevas y exiguas prioridades. Uno de los efectos es que los candidatos quedan como figurantes de una farsa que seguramente corresponde a códigos de una civilización de otro planeta. Los indispuestos concuerdan: el único camino practicable es recomenzar desde lo simple, para dirigirse hacia lo simple; aunque, aseguran, sólo lo encontrarán si no se afanan demasiado, y si prescinden de los mediadores que cada seis años recurren al absurdo, muy caro, de proponer remediar lo que al cabo continúa defectuoso. Por supuesto, a los seis días de que la plaga se desató, nadie sufraga; tampoco nadie, salvo los previsibles, se tira a la tragedia, para qué, por primera vez los parques, plazas y banquetas, por toda la nación, están colmados por grupos de personas felices; la enfermedad cede y gozan la sensación, antes inimaginable, de tener el control de sus destinos: la masa de convalecientes en común jerarquiza sus problemas, decide las soluciones y quién hace qué.

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Augusto Chacón
  • Augusto Chacón
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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