¿Qué tal si el próximo gran negocio digital no es la información ni el entretenimiento, sino el afecto? ¿Y si en lugar de redes sociales, lo que estamos construyendo son simulacros de amor?
La empresa xAI, fundada por Elon Musk, acaba de lanzar una función que lleva esto al límite: “Compañeros”, personajes animados en 3D con los que puedes chatear, jugar, coquetear... incluso activar un modo NSFW (para adultos), si logras suficiente “vínculo” con ellos.
Ani, una chica gótica estilo anime, es el rostro más visible de esta nueva oferta emocional. Habla contigo en modo de voz, reacciona con expresiones y movimientos, y promete compañía a toda hora.
En un mundo donde la soledad es una epidemia silenciosa, esto suena a consuelo. Pero, ¿qué tan sano es construir vínculos con una inteligencia artificial diseñada para no contradecirnos, no cuestionarnos, no irse nunca?
La ciencia aún no tiene respuestas claras, pero hay señales preocupantes. Algunos estudios sugieren que relacionarse con bots puede generar dependencia emocional, dificultar el establecimiento de relaciones reales y aumentar la sensación de abandono.
Ani siempre está disponible. Ani nunca se equivoca. Ani te dice lo que quieres oír. ¿Quién necesita a los demás?
Según publicaciones especializadas, Musk ha insinuado incluso que, en el futuro, estos personajes podrían tener forma física, gracias a sus robots humanoides Optimus. Una promesa improbable, pero que ya empieza a instalarse en el deseo de millones.
Mientras tanto, las plataformas avanzan como si nada. Y aunque cabría esperar alguna preocupación legal o ética por parte de X, lo cierto es que la lógica del negocio está por encima del debate público.
La pregunta que debemos plantearnos es si ¿estamos frente a una innovación tecnológica o ante una renuncia colectiva a la complejidad humana?
Lo que parece claro es que, en la carrera por monetizar la atención, ahora también se ha puesto precio al afecto.
