Política

Castillo y Kirchner al banquillo

Todavía está fresco el recuerdo de la victoria de Lula da Silva en Brasil. La supuesta pretensión de que América Latina se ha movido hacia la izquierda es una idea errónea y desproporcionada. Es cierto se han ganado las presidencias, pero no a las sociedades. Habíamos comentado que en las elecciones en Chile, Perú, Colombia y Brasil el margen de victoria fue mínimo y esta afirmación se podía reflejar en los Congresos: Castillo en Perú, Boric en Chile, Petro en Colombia, y ahora Lula en Brasil, no van a gozar de un poder ni siquiera amplio para gobernar a placer.

Van a existir contrapesos legislativos que van a manifestar un impedimento para ejercer el poder de pleno. Cualquier mal resultado en Perú, Chile, Colombia o Brasil hará que se pierdan las próximas elecciones en esos países. Todo es muy incierto y frágil para poder establecerse. Estos contrapesos van a limitar el poder de Boric, Petro y Lula y se evitaría que cualquiera de ellos pueda manipular a las instancias electorales para perpetuarse en el poder.

No todos los días es acusado y condenado un político de alto rango por la justicia de su país mientras sigue en funciones. El caso actual de Argentina es especial. La vicepresidenta y ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, la mujer más poderosa del país es el centro de un juicio que alcanzó este 6 de diciembre un clímax preliminar.

Un tribunal de Buenos Aires condenó a Cristina Kirchner a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por corrupción, aunque la sentencia puede ser todavía recurrida y no es definitiva.

En Perú, Pedro Castillo fue elegido presidente hace poco más de un año y medio, intentó el pasado 7 de diciembre sacudir el escenario político como Alberto Fujimori en 1992, cerrando el Congreso y declarando un gobierno de emergencia que prometía reformar el poder judicial, la fiscalía y el tribunal constitucional.

Pero esta atrevida y autocrática decisión no le funcionó. A diferencia del golpe de Fujimori, Castillo no contaba con el apoyo de las Fuerzas Armadas y, aparentemente, tampoco de su gabinete. Nadie lo siguió. Todas las instituciones actuaron apegadas a la Constitución. Al final, Castillo cayó en el vacío.

El Ministerio Público tenía ya varias carpetas fiscales abiertas, que no podían derivar en denuncia alguna por su condición de presidente.

En los últimos días, ex funcionarios de su entorno habían hecho públicas serias denuncias de corrupción en el gobierno. El panorama es complejo en Perú y no puede olvidarse que Castillo, con razón o no, supo ganarse el apoyo de amplios sectores y las manifestaciones populares no se hicieron esperar.

Mientras tanto en México, seguimos atestiguando un constante ataque frontal a la Constitución con el objeto de poner el país a modo, siendo una permanente distracción colectiva en lo inmediato, con escasa atención a lo latente, por lo que la evolución de las cosas sigue siendo alarmante. Habrá que hacer votos para que la Constitución y el estado de Derecho en México sean respetados por la clase gobernante.

Arturo Argente

Tec de Monterrey, Campus Toluca


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