Política

3 a.m.

Aeropuerto Internacional de Ciudad de México. 3.00 de la mañana. Domingo. El cansancio de 7 horas de viaje se siente al triple. Sueño con mi cama, pero hay un grave inconveniente: no hay taxis disponibles y las autoridades han prohibido tomar vehículos de plataformas digitales. Cero Uber, cero Didi, cero Beat. Cero cordura.

En México, la multa más alta por robo en el Código Penal Federal es de poco más de 31 mil pesos, mientras que la multa a un conductor de plataforma por recoger a alguien en el aeropuerto es de 43 mil. Así, mientras los ladrones recorren libres las calles, en el aeropuerto hay un ejército de policías listos para sancionar a cualquier infeliz que se atreva a conducir un Uber.

Bogotá, que se dice el “Silicon Valley” de América Latina, hace exactamente lo mismo: persigue a los automóviles de plataforma en el aeropuerto con una ferocidad que contrasta con la ineficacia con la cual enfrentan la incontrolable inseguridad que azota a la ciudad. La policía bogotana, como la mexicana, es el terror de quien trabaja honestamente y el hazmerreír de quien delinque. La misma exacta historia sucede en Río de Janeiro o Guayaquil.

Ese es uno de los grandes problemas de América Latina: que nuestra emoción por lo moderno siempre viene por detrás de nuestro apego a lo antiguo. Esto no es del todo malo, porque nos convierte en magníficos artistas: innovamos sobre sólidas tradiciones plásticas, visuales y literarias. Nos hace magníficos músicos: retomamos la fuerza de nuestras raíces y agregamos la modernidad para proyectar ritmos y piezas que cautivan. Ser mentalmente jóvenes viejos nos sirve para muchas cosas, ciertamente, pero es nuestra maldición para progresar en lo material.

El latinoamericano promedio es incapaz de abrazar el cambio y romper con lo que, siendo tradicional, se vuelve inoperante. Por eso quienes lo hacen se vuelven multimillonarios. Los tecnólogos mexicanos, colombianos o peruanos que se han atrevido a romper con todo lo que este continente les prohíbe, han logrado destacar. El banquero más rico de América Latina tuvo que irse de Colombia y fundar su banco en Brasil, porque los rancios banqueros de su país se encargaron de bloquear las leyes y evitar que les compitiera. Bitso, el primer unicornio mexicano (con un valor superior a mil millones de dólares) opera en un sector aún prohibido por las leyes mexicanas, que son las criptomonedas. Así podría continuar con los ejemplos.

Al final sí conseguí carro a las 3.32. Caminé hacia afuera del perímetro del aeropuerto, arriesgando la vida, y tomé un Didi. La prohibición no ha detenido el fenómeno tecnológico ni la demanda, pero sí ha hecho más difícil el florecimiento de lo innovador. Y ahí seguimos: sin poder ser más, pero orgullosos de lo que fuimos. Es la anécdota cultural de tu Sala de Consejo semanal.

Arnulfo Valdivia Machuca

@arnulfovaldivia


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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