La semana pasada, los legisladores morenistas aprobaron la revocación de mandato, con ayuda de diputados sin partido y priistas, como Rubén Moreira, ex gobernador de Coahuila y sus paisanos, Fernando Donato de las Fuentes y Martha Hortensia Garay Cadena, cuyo gesto fue calificado por sus propios correligionarios de traidor y vergonzoso.
No han faltado quienes elucubran que se empleó un argumento muy “convincente” con Moreira, para que traicionara a su partido y a su bancada y para a su vez convencer a sus coterráneos. Tal vez que se le dejará en paz con alguna investigación relacionada con su fortuna adquirida mientras fue mandamás en el estado norteño.
La oposición dice que el mencionado instrumento servirá para que el Presidente se reelija y por más que éste ha remachado que es admirador y respetuoso de Madero y de la no reelección, sólo sus partidarios y quienes lo defienden en las redes sociales avalan la postura.
Inclusive, la insistencia difundida en la radio de que no existe ni por equivocación una idea de reelección, es considerada por mucha gente, fuera de las instancias políticas, como el intento de convencer de que no hay motivos de preocupación y recuerdan aquella frase del Presidente, cuando le preguntaron si participaría como candidato a la Primera Magistratura y respondió “a mí que me den por muerto”.
La diputada Miroslava Carrillo Martínez asumió una postura de ignorancia exultante, al afirmar que “estos instrumentos son propios de democracias modernas, cuando tal norma ya estaba inscrita en las legislaciones griegas 500 años antes de Cristo. En algunos países europeos, como Suiza, existe desde el siglo antepasado, lo mismo que en muchas constituciones latinoamericanas.
En la Unión Americana, varios estados, condados y ciudades incluyen en sus legislaciones respectivas el precepto, también contenido en el artículo 72 de la República bolivariana de Venezuela y el mismo Hugo Chávez convocó a un referéndum en el año 2004, mediante el cual, la gente decidió de manera aplastante que continuara el en cargo.
No siempre es como dijo la diputada Miroslava, que se trata de una herramienta para evaluar y en su caso cambiar a gobernantes. Por lo menos no en los países gobernados por dictadores o bajo un régimen populista, en donde la ley se usa a placer, no se respeta y sirve para los fines que asisten al mandatario. Ojalá en México, de veras no sea el caso