La semana pasada propuse que en lugar de solicitar a España que pida perdón a México por lo ocurrido hace 500 años en la conquista, le pidieran la devolución de las riquezas que se llevaron. Se dice que aún existen en el fondo del mar, galeones que viajaban a la península y debido al peso del oro se hundieron, mientras otros, los más, llegaron felizmente.
Pues la semana pasada, la senadora Jesusa Rodríguez apuntaló la petición del Primer Mandatario, de que España pida perdón por las atrocidades cometidas hace 500 años. Ella propone, además, que se exija la devolución de lo que produjo el saqueo durante la época conocida como Reparto del Mundo, en la que muchos países europeos se hicieron a la mar para conquistar tierras desconocidas y apropiarse de sus riquezas.
Pero queremos proponer también que antes de hacer esta petición, los políticos de la Cuarta Transformación obliguen a los neoliberales, a la mafia del poder, a los corruptos, a devolver lo que se llevaron, que no es poca cosa. Suman muchos miles de millones de dólares y están en manos de familias holgazanas.
Ese saqueo ha persistido a lo largo de la historia de México y persiste aún. Es moderno. Apenas ayer, los cargos públicos estaban en manos de esa casta que presume automóviles de súper lujo, departamentos en el extranjero de precios exorbitantes y una vida envidiable. Los políticos que ahora mandan se quejan todos los días de la corrupción impuesta por ellos, pero curiosamente, cruzados de brazos.
Se ha dicho que perseguirlos y hacer justicia “desestabiliza”. Tal vez es la primera vez en el devenir de la humanidad, que alguien percibe que aplicar la ley a delincuentes, a quienes redujeron a un país a la angustia insistente, de la que difícilmente saldrá, no es posible y deben vivir en la impunidad, intocables.
Nuestras autoridades no tendrán que ir lejos, allende los mares a escuchar burlas. Aquí, lo único que tienen que hacer es imponer orden y ley, como se impone contra los desvalidos que no tienen nada para defenderse. ¿Para qué ir tan lejos?
Aquí están los que se burlan de sus semejantes que no han tenido ninguna oportunidad. Aquí están los que presumen en la muñeca relojes cuyo valor alcanza hasta para comprar una casa. Así le dijo el dueño a un camarógrafo. Aquí están los que se pasean por el mundo con la mascota que ocupa asientos en primera clase de los aviones que los conducen a lugares exóticos