Cultura

Un mundo de "Parásitos"

  • La pantalla del siglo
  • Un mundo de "Parásitos"
  • Annemarie Meier

El filme sudcoreano Parásitos se está convirtiendo en un fenómeno no sólo por sus nominaciones y premios sino por seducir a espectadores de todas las edades y convertirse en referente para todo tipo de expertos y columnistas. Bien para el filme y bien para el realizador Bong-Joon Ho cuya obra original y radicalmente autoral mezcla géneros, descompone convenciones narrativas y estéticas y sorprende por su lucidez y radicalidad. Parásitos empieza como drama social narrado en tono de comedia: Cuando frente a la vivienda semisubterránea de la familia Kim pasa el fumigador, el padre decide no cerrar la ventana ya que así consiguen una fumigación gratis. Además del ataque de tos que les provoca el humo tóxico, la familia conformada por padre, madre, hija e hijo adolescentes, pasa por otros problemas: El desempleo los obliga a pegar cajas de cartón para una fábrica de pizzas, la vecina bloqueó la señal gratuita de internet con un password y el padre no tiene plan para salir de la miseria. Es más, su filosofía le prohíbe tener un plan ya que al no tenerlo no se arriesga a verlo frustrado. Mejor improvisar. Todo lo contario de la familia Park, dónde no se improvisa sino se sigue un plan de vida que asegura éxito y riqueza. Formada al igual que la primera, por padre, madre y dos hijos, se planea el trabajo, las actividades y la educación de los niños, apoyados por una cocinera, un chofer y maestros particulares. Empujados por la necesidad y nutridos por su talento de improvisación y conocimiento de medios digitales, los miembros de la familia Kim logran infiltrarse en la familia Park y vivir a sus expensas. La película podría haberse quedado en “drama y denuncia social” si ni fuera subvertida por elementos que la enriquecen: Los Park no son la típica clase opresora ni los Kim las típicas víctimas oprimidas. Además, del contraste entre la colorida y desordenada estrechez de las viviendas de la clase pobre y la lujosa villa de los Park digna de una revista de arquitectura moderna, hay un tercer nivel subterráneo inspirado en los búnker antinucleares construidos en regiones y zonas conflictivas (como la que divide las “dos Coreas”). La estructura de poder vertical materializada en escaleras, muros e incomunicación se rompe cuando el enfrentamiento entre las clases se convierte en caótica lucha de todos contra todos y el filme se desliza de la comedia y el thriller al cine de horror sangriento. En contra del parasitismo generalizado no existe fumigador. Parásitos fue el primer filme coreano que ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes.   Bong-Joo Ho obtuvo la distinción después de haber realizado entre otros Okja, Memorias de un asesino, Snowpiercer y El huésped. El director forma parte de la generación que creó a partir de los años 90 del siglo pasado el cine coreano autoral. Al lado de realizadores como Kim Ki Duk, Park Chan Wook, Lee Chang Dong y Hong Sang Poo, domina temas y registros narrativos, genéricos y estéticos que convencen por la lucidez y radicalidad con las que lleva tramas y dramas coreanos hacia un desarrollo, desenlace y significado universal. 

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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