Cuando leí que Ridley Scott estaba rodando The Martian (Misión rescate), adaptación de la exitosa novela de Andy Weir, me imaginaba que el realizador de Alien (1979) y Blade Runner (1982) – dos películas que figuran entre mis preferidas – iba a filmar una versión espacial de Robinson Crusoe. No sólo porque los filmes mencionados se inscriben en el género de la ciencia ficción, sino porque giran alrededor del ingenio y la fuerza de resistencia de sus protagonistas que se enfrentan solos a todo tipo de seres y engendros que amenazan la humanidad. No me equivoqué respecto a la primera parte del filme en la que el astronauta y biólogo estadounidense Mark Watney narra y enseña al espectador cómo sobrevivir solo en el planeta marte, que, más que rojo y enigmático, es hostil al ser humano por la falta de aire, agua y tierra y la abundancia de tormentas destructoras. En esta primera parte son los conocimientos científicos de Mark, además de su carácter luchón y comunicativo, los que le salvan la vida y le hacen olvidar que el equipo de su nave lo abandonó y declaró muerto en medio de una terrible tormenta.
Después de la primera parte marciana y "robinsoniana" la trama que el filme le dedica a las estrategias de sobrevivencia de Mark se complementa con escenas y secuencias en la tierra, dónde, en espera de la llegada del resto de la tripulación de la nave Hermes, la NASA obtiene evidencias de que Walt está vivo y se las ingenia para no solo seguir viviendo sino planear su posible rescate. A partir de este momento son las estrategias de comunicación, las que exploran y desarrollan el diálogo con el astronauta y la remota posibilidad de unrescate. Dada la distancia entre los dos planetas los cálculos científicos pueden fallar, de manera que hay que recurrir a la astrodinámica además de la intuición, el ingenio y la improvisación para vencer los obstáculos.
Las estrategias de sobrevivencia que sostienen como hilo rojo la narración del filme se nutren de un ramillete de personajes de distintas etnias y culturas. El hombre a salvar es norteamericano pero la tripulación de la nave incluye a un especialista de nombre Martínez, la NASA tiene empleados de ascendencia hindú, latina y afroamericana. Incluso China pone su granito de arena para posibilitar el rescate. Al igual que el rescate de los mineros chilenos que Patricia Riggen describe en el filme Los 33, el suspenso que rodea el rescate de Mark es compartido por los medios de comunicación del mundo entero. Para el espectador el suspenso se nutre además de una serie de dilemas que enfrentan a los personajes con preguntas éticas al estilo de ¿Porqué rescatar a una persona si se pone en riesgo la vida de un grupo? ¿Lo descrito le suena a clisé? Desde luego. Pero en lugar de criticarle al guión de DrewGoddard y a la dirección de Ridley Scott que hayan nutrido su filme de lugares comunes, hay que reconocer que los clisés étnicos, culturales, sociales y geopolíticos son utilizados por los autores para crear identificación con un espectador cómplice que los reconoce como broma e interpreta el cambiode significado como guiños y alusiones al pragmatismo,la visión de ombligo y la tradición colonizadora de la cultura estadounidense.
La banda sonora contribuye alegremente a fortalecer esta mirada cómica sobre el modo de ser, (sobre)vivir y protegerse del resto del mundo hostil. La discreta música de fondo que se niega a reforzar el dramatismo, rompe con las recetas del diseño sonoro de Hollywood. También sorprende la utilización de canciones y música disco que convierte momentos de la trama en episodios cómicos. ¿Serán una serie de videoclips que acompañan el videodiario del protagonista marciano o pertenecen entre las estrategias de supervivencia porque levantan el ánimo y provocan la alegría y el humor necesarios para no perder la esperanza? De acuerdo, son estereotipos, pero cambian de significado al igual que el crucifijo de Martínez que no sirve para el rescate del alma sino para iniciar el fuego que se necesita para obtener agua.Y el abrazo y baile acrobático de Mat y su comandante que flotan en el espacio rodeados de guirnaldas.
La crítica norteamericana ha recibido The Martian con humor y elogios mientras que la europea muestra distancia hacia un filme que cataloga como totalmente hollywoodense. Es cierto que no ejerce la atracción enigmática de Alien y Blade Runner. Pero a treinta años de aquellos clásicos Ridley Scott tiene todo el derecho de compartirnos su mirada humorística acerca del cine, la civilización, la ciencia, la cultura y la resistencia humana.