Cultura

Mi amigo el robot … y su sueños

  • La pantalla del siglo
  • Mi amigo el robot … y su sueños
  • Annemarie Meier

La película de animación Mi amigo Robot (Robot Dreams) sigue desde hace varias semanas en la cartelera. Con razón ya que el realizador español Pablo Berger no sólo realizó su primer filme animado sino que lo hizo sin diálogos y con personajes animales que viven, comen, beben, pasean, se divierten y sienten solos como cualquier habitante single de una metrópoli. El hecho de que el protagonista de nombre Dog sea un perro, que todos los habitantes de la ciudad sean especies del reino animal y que cada vez más habitantes compren e integren a sus vidas, distintos tipos de robots, enriquece la trama, la descripción de Nueva York como espacio multiétnico y cultural y el desarrollo de los distintos temas que la película aborda.

El filme empieza con Dog, el perro protagonista, que se siente solo y encarga por Amazon, un robot que lo acompañará. El título de distribución Mi amigo robot describe este lado de la historia. Sin embargo, la riqueza narrativa y estética del filme está estrechamente ligada a la imaginación y los sueños que desarrolla el robot Robo, que Dog compró como animalito de compañía. Resulta que el robot es un artefacto que aprende a imitar al humano – mejor dicho al perro –, conoce el entorno, las estaciones del año, los colores y la belleza de la naturaleza, al mismo tiempo que desarrolla emociones y sentimientos y aprende a imaginar y apreciar la ciudad, la música, el ritmo y el cine.

Suena extraño para un filme animado pero deja en claro que con su película, Berger aborda temas de la Inteligencia artificial y nos dice que finalmente es el humano quien provee a un robot con información y la capacidad de desarrollar memoria histórica, cultural y emocional. La primera vez que, caminando por la calle, Robo agarra la mano de Dog - gesto que ha observado en otras parejas -, el perro se asusta. Pero se acostumbra, al igual que a los movimientos del cuerpo con el que los dos acompañan el ritmo del tamborileo de un hábil pulpo y la vista a los edificios de Manhattan desde una banca que podría ser la de Woody Allen en Manhattan. Tampoco falta la enigmática aparición de las gemelas de El resplandor de Stanley Kubrick aunque el mayor homenaje del filme es para El mago de Oz de Víctor Fleming y King Vidor (1939). Al estilo de los musicales, destaca una larga y divertida secuencia de baile con flores margaritas.

Interesante que los sueños de Robo giren alrededor de la cultura popular estadounidense: Los anuncios, las marcas, la comida chatarra, las bebidas azucaradas, los parques de diversión son tan citadas como el boliche y los programas de televisión. El personaje del perro Dog es copia del estadounidense clisé, sus costumbres consumistas y sus modos de diversión.

El estilo de animación muestra la búsqueda de la simpleza. Figuras planas dibujadas con línea negra. La extrema sencillez visual –casi primitiva –, sin diálogos – ¿quién necesita la lengua hablada si domina el lenguaje audiovisual? Como adaptación libre de la novela gráfica de Sara Varon empaca en un lenguaje visual aparentemente simple lo que es, sin embargo, une relato fílmico profundo y complejo. Mi amigo el robot habla de la pérdida y su dolorosa superación, de la cultura pop y la música como memoria y expresión de época, de la ciudad de Nueva York como imaginario discusivo. Todo integrado en una película atractiva para chicos y grandes. Como creador de Blancanieves (2012) y Robot Dreams (2023), Pablo Berger demuestra su enorme capacidad de encantarnos con universos fílmicos diferentes, tonos y estilos estrictamente personales.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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