Cultura

Los colonos y la historia de Chile

  • La pantalla del siglo
  • Los colonos y la historia de Chile
  • Annemarie Meier

Entre las películas nominadas a un Ariel para Mejor Película iberoamericana

está Los colonos, filme chileno que impacta por su exquisita estética, la trama que muestra una época oscura de la historia de Chile y la brutalidad con la que entre 1880 y 1920 fueron masacrados los pobladores indígenas de la tierra desértica al sur del continente americano. El filme no es una lección de historia, pero como ficción con personajes convincentes, conflictos fuertes y una trama que se desarrolla a través de un movimiento por la isla mayor de Tierra de Fuego despierta nuestro desconcierto y la necesidad de informarnos más a fondo sobre cómo Chile y Argentina se repartieron las tierras, fijaron fronteras, establecieron “espacios de ovejas”, cuyo comercio por el Mar Atlántico enriqueció a los terratenientes y le costó la vida a la población indígena que vivía en la precariedad.

El filme abre con una pantalla de color rojo y en rojo chillante también aparecen los títulos de los capítulos que estructuran el relato y nos recuerdan que estamos viendo sucesos del año 1921. De un impresionante plano fijo que muestra en colores saturados las inmensas extensiones de tierra con rebaños de ovejas y un cielo cargado de formas y colores, el filme muestra las siluetas de hombres que cavan la dura tierra para poner los postes de una cerca. Un grito interrumpe el trabajo y lleva a un hombre barbudo acostado en el piso con un brazo cortado a su lado. Sus suplicas en alemán de no matarlo, ya que, aún manco, puede seguir trabajando, no surten efecto. Un hombre menos no es problema ya que la tierra al “ fin del mundo” atrae a aventureros y oportunistas de muchas partes del mundo.

En la próxima secuencia se presentan los personajes principales del filme: El terrateniente y patrón José Menéndez (Alfredo Castro), el (falso) teniente escocés Alexander MacLennan (Mark Stanley), el mercenario tejano Bill (William Westfall) y el mestizo Segundo (Camilo Arancibia) que reciben el encargo de abrir – y limpiar – el camino hacia el Atlántico para los rebaños de ovejas que Menéndez vende a compradores del otro lado del océano. Bajo el mando de MacLennan, el tejano Bill, que tiene fama de poder oler a un indio desde una gran distancia, y el mestizo segundo, un joven con un especial talento para el tiro, se ponen en camino y se enfrentan a distintos grupos de hombres: Aventureros, que construyen sus reinos de poder, empleados de Argentina y Chile que trazan las fronteras y tribus de indígenas que sobreviven con dificultad en los parajes desérticos. Entre rituales de competencia masculina, violentas luchas y masacres a la población del lugar, los tres personajes avanzan hacia el Atlántico y el mestizo, que confiesa haber aceptado el contrato de Menéndez porque anhela comprar un caballo, experimenta el profundo dilema de caer en la barbarie que muestran sus compañeros de viaje u oponerse a la escalada de violencia que los ha embrutecido. El mestizo se convierte en el observador del entorno; sus ojos, gestos y comunicación con los caballos, son los del conquistador que se resiste a utilizar la violencia pero está consciente que sólo sobrevive si simula participar.

Los colonos es el primer largometraje del editor chileno Felipe Gálvez Haberle que reside desde hace unos años en París. El guión que escribió junto a Antonia Girardi, está basado en personajes históricos y material de archivo de la época que montó en un clip documental al final del filme. La estética en el formato clásico de los Western estadounidenses es impresionante. Los vastos y cambiantes paisajes, los rostros y miradas de los personajes, las percusiones que acompañan los sucesos y una tierna melodía de cuna que construye contraste entre el hombre “civilizado” y la naturaleza salvaje de Tierra de Fuego, quitan el aliento y atrapan nuestra emoción. Algunos críticos se refieren el filme como Western. Pienso, sin embargo, que es más bien un anti-western ya que se la frontera entre el bueno y el malo, el bien y el mal se diluye. Los colonos narra una historia de brutalidad que es difícil de asumir como memoria de un país del que conocemos otras épocas que siguen como trauma y herida abierta. Leí con sorpresa que en Punta Arenas hay una estatua de José Menéndez y que en Chile hay calles que llevan el nombre de Alexander MacLennan, conocido por sus métodos de exterminio especialmente sádicos. El silencio, el gesto de desobediencia y la mirada fija de una mujer indígena al final del filme, nos indica que la realización del filme se debe a la convicción de que en cuanto al exterminio del pueblo Selk´nam no se ha hecho justicia.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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