Es triste pero poco a poco los cinéfilos setenteros perdemos alos grandes maestros que nos enseñaron el arte del cine. Estaba formulando un artículo sobre el italiano EttoreScola quien murió el pasado 19 de enero cuando nos llegó la noticia de la muerte de Jacques Rivette el viernes 29 de enero en París. Al recorrer las filmografías de los dos grandes directores me doy cuenta que no sólo me regalaron muchas horas de cine inolvidable sino que contribuyeron fuertemente a mi educación narrativa, visual, sonora y sentimental. Sus películas me atraparon con personajes, historias, reflexiones y lecciones de vida; sus formas de narrar me enriquecieron y enseñaron a gozar el arte, disfrutar historias imaginarias, conocer culturas, ensayar búsquedas y caminos y comprender que el mundo real y el de los discursos es complejo, lleno de contradicciones y en constante movimiento. "El cine es la escuela de la improvisación que borra continuamente los límites de la realidad", escribió Jacques Rivette en uno de sus textos sobre cine. "La gente cree que el cine tiene que dar respuestas. Al contrario, las películas sirven para hacer preguntas, puesto que no hay respuestas".
Así de radical es el cine de Rivette quien nació en 1929 y nunca aceptó ni normas ni convenciones de duración, género, estructura y suspenso dictadas por la industria del cine. En sus 50 años de actividad profesional realizó unos 30 filmes que duran entre 30 minutos y 13 horas, obras sumamente personales en las que mezclabaestilos documentales con ficción, thriller y fantasía e involucraba a los actores en la construcción de los relatos. A menudo llegaba al set con apenas un esbozo de guión que desarrollaba en diálogo con sus actores. También escribía para la revista Cahiers du Cinéma y participaba con sus colegas de La nueva ola – Godard, Chabrol, Truffaut y Rohmer–en la revaloración a los grandes directores del cine estadounidense como John Ford y Howard Hawks.
Con su cruce entre intelecto y magia Rivette creó un obra enormemente atractiva que, sin embargo, no tuvo la difusión que merecía. En Guadalajara recuerdo, sin embargo, exhibiciones sumamente exitosas en cineclubes y salas de arte- como la de la Alianza Francesa - de películas como París, nos pertenece (Paris nous appartient) (1961), La religiosa (Suzanne Simonin, la religieuse de Denis Diderot) (1966), El amor loco (L'amour fou) (1969), Céline et Julie van en barco (1974), Le pont du Nord (1981), Cumbres borrascosas (Hurlevent) (1985), La bande des quatre (1989), La bella mentirosa (La belle noiseuse) (1991) y Juana de Arco (1994). Si recuerdo bien, vimos, La belle noiseuse que dura cuatro horas, dividida en dos funciones pero aún así no olvidaré el impacto que me causó el desarrollo de la relación entre el pintorEdouardFrenhofer y la bellísima Marianne, quien le sirve de modelo y musa en una nueva etapa creativa. El filme que ganó la Palma de oro del festival de Cannes está basado en el relato La obra maestra desconocida de Honoré de Balzac.
A partir del año 2000 Rivette realizó Va savoir (2001), Histoire de Marie et Julien (2003), Ne touchez pas la hache (2007) y El último verano (36 vues du Pic Saint Loup) (2009). Lamento no conocer una de sus obras fundamentales Out 1, noli non tangere (1971 y 1972) en la que Rivette formuló su desencanto con lo que provocó el Mayo 1968 en Francia y otros países europeos. No he podido ver ni la versión larga de 12 horas realizada en 1971 ni la edición con duración de cuatro horas que presentó con el mismo título en 1972.
Es imposible revisar la filmografía de Jacques Rivette sin mencionar la riqueza de sus personajes femeninos y las actrices que les dieron vida. La "belle noiseuse" Marianne fue interpretada por Emmanuèle Béart al lado de Michel Piccoli y Jane Birkin, quien, por cierto, se convirtió en una de sus actrices preferidas. Sandrine Bonnaire interpreta el papel de Juana de Arco en los dos filmes que Rivette le dedicó al personaje histórico en 1994. Ana Karina es inolvidable en La religiosa, Maria Schneider en Merry- Go – Round (1981) y Bulle Ogier, entre otros en Le pont du Nord. Tenemos la suerte de vivir en una ciudad con cinéfilos sumamente fieles al desarrollo del cine francés. Estoy convencida que recibirán una retrospectiva de la obra de Jacques Rivette con enorme interés. Yo me apunto.
Además, me quedo con el pendiente de comentar la obra de Ettore Scola en una de mis próximas columnas.