Cultura

Come on, Come on: Niños y adultos en diálogo

  • La pantalla del siglo
  • Come on, Come on: Niños y adultos en diálogo
  • Annemarie Meier

¿Cómo te imaginas el futuro? pregunta el periodista Johnny (Joaquin Phoenix) a niños y adolescentes de Detroit, Nueva York y Nueva Orleans para convertir sus respuestas en un ensayo radiofónico acerca de las preocupaciones de la juventud estadounidense. Los encuestados de distintas edades y clases sociales hablan de sus incertidumbres frente a su futuro personal y profesional, el cambio climático y los problemas sociales. Obvio, que la presencia y el micrófono de Johnny se impone ya que la mayoría de los niños pretende opinar como adulto informado y reflexivo. El desarrollo de Come on, come on, sin embargo, no tarda en cambiar el rol del periodista entrevistador seguro de sí y su tema. Al verse obligado de encargarse por un tiempo de su sobrino Jesse (Woody Norman) ya que su madre Viv (Gaby Hoffmann) acompaña a su esposo en una crisis psíquica, pone a prueba la paciencia y capacidad de convivencia del hombre frente al niño de nueve años, curioso, preguntón y retador.

Filmada en blanco y negro, la película de Mike Mills acompaña al tío y sobrino de Los Ángeles a Nueva York y Nuevo Orleans, observa distintas etapas del proyecto periodístico para centrarse en la relación entre Johnny y Jesse que se va intensificando, crea momentos de entendimiento y ternura, otros de aprendizaje y algunos de franco rechazo y lucha de poder. Mike Mills y su maestría para describir las relaciones familiares destacó en Thumbsucker, la historia de un adolescente de 17 años, Beginners, en la que un hijo descubre a su padre anciano y 20th Century Women, en la que una madre observa a su hijo adolescente. Mills comenta que Come on, Come on refleja la relación con su hijo y las conversaciones en la tina de baño. La situación anterior me remitió al psicólogo de la infancia Jean Piaget quien estudió a sus hijos para formular las distintas etapas del desarrollo cognitivo de los niños. Mike Mills no convirtió sus experiencias en teorías sino en un discurso narrativo sincero y lleno de poesía que nos recuerda Alicia en las ciudades de Wim Wenders.

La dirección, la cinefotografía de Robbie Ryan y la interacción entre Joaquin Phoenix y el niño Woody Norman crean una acción y tensión fluctuante en constante movimiento. Empezando con que Jesse no se deja entrevistar. En su relación con Johnny es él quien toma el micrófono y le hace preguntas incómodas a su tío. ¿Por qué vives solo? ¿Por qué te separaste de tu pareja?¿Por qué dejaste de hablarle a mi madre? Así, pregunta por pregunta, agujerea el caparazón que Johnny se ha construido por su crisis de pareja, la muerte por demencia de su madre, el desacuerdo por la fragilidad psíquica del cuñado y los problemas de su hermana. Son asuntos de familia que no tienen que ver con la vida del espectador, si no fuera por las experiencias de vida y las distintas etapas y momentos de la relación entre adultos y niños que son universales: El incesante diálogo, las preguntas que sacan de quicio, los juegos y juegos de roles, las tristezas, encuentros y peleas, los berrinches y resentimientos al igual que los momentos de ternura y la necesidad de cariño y apoyo. La incertidumbre, fragilidad y los nervios a flor de piel, caracterizan tanto al niño como al adulto. Come on, come on no propone respuestas. Expone dudas y reflexiones. Grandes temas para un filme maravillosamente sensible.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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