No dejo de sorprenderme de las soluciones que ofrece el Gobierno de Durango ante la estela caótica que ha dejado la cadena de contagio de meningitis micótica.
Estaba tratando de 'deglutir' las respuestas que apenas hace algunos días ofreció la Fiscalía de Durango ante la situación: Hasta el momento, ocho personas detenidas, el anestesiólogo, los funcionarios incompetentes y los responsables de los hospitales.
Está perfecto, pero esa respuesta debió haber sido dada después de que especialistas dieran a conocer QUÉ OCURRIÓ, bueno ya están ocho en 'el bote', pero la gran pregunta nada más no han podido contestarla, en fin.
En medio de este océano de incertidumbres aparece la doctora Irasema Kondo, la Secretaria de Salud duranguense, quien dio a conocer que de los cuatro hospitales que están clausurados por el brote de meningitis, dos habrían sido sancionados por no subsanar las observaciones hechas por la Comisión para la Protección de Riesgos Sanitarios del Estado de Durango, Coprised (órgano, por cierto, que goza de poca o nula credibilidad) y ahí les va una nueva pregunta que me taladra la mente ahora mismo:
Para qué da a conocer estas acciones (que de nada sirvieron) ¿Será un motivo de regocijo para las familias de las 36 personas fallecidas? Por supuesto que no.
Considero que la postura de la doctora Kondo tendría que ser distinta, en lugar de empeñarse en abonar a la condena de los culpables y eximir de responsabilidades al órgano regulatorio de normas sanitarias del estado, debería enfocarse justamente en contestar, desde 'el ala' científica, cuáles fueron las causas de la propagación de fusarium solani (el hongo que produjo la enfermedad en este universo de pacientes en la capital), cómo es que la bacteria llegó al fomites que logro infectar a los 79 pacientes y además convocar a la comunidad médica internacional a que investiguen más sobre el hallazgo para evitar que en el futuro ocurran situaciones similares.
Por lo pronto los familiares de las víctimas de meningitis (vivos y muertos) están en el limbo, con ocho detenidos, hospitales clausurados, funcionarios 'lavándose las manos' (como Poncio Pilatos, a propósito de la cercanía de la Semana Santa) y 72 niños que quedaron en la orfandad.