Política

Joe Biden

  • Columna de Ángel Aguirre Rivero
  • Joe Biden
  • Ángel Aguirre Rivero

El presidente de los Estados Unidos por los próximos cuatro años será el demócrata Joe Biden, un personaje que por razones más humanas que políticas inspira confianza.

Sería el segundo presidente católico de la historia de Estados Unidos.

En su país muchas voces lo describen como un hombre de gran sensibilidad. Ha vivido en la vida episodios muy fuertes y siguió adelante al sostenerse de su religión.

Joe Biden perdió a su primera esposa e hija en un accidente automovilístico. Su hijo Beau, años después se le muere de cáncer.

El líder demócrata reza el rosario diario como lo acostumbra su familia. Cuando se muere su hijo de cáncer, Beau traía un rosario siempre con él. Ese rosario lo trae siempre en la muñeca izquierda, y es de la Basílica de Guadalupe, porque Biden es guadalupano.

Los mensajes que ha dado el virtual presidente al término de la jornada electoral y en los días siguientes han sido de optimismo y mesura, muestra de su madurez y responsabilidad.

Es un político que rechaza la confrontación y privilegia siempre el respeto y la conciliación como sus dos armas más fuertes para hacer política.

Biden se ha comprometido ayudar a nuestros migrantes, quiere promover energías limpias para las nuevas generaciones, y construir puentes con nuestro país en un marco de respeto.

Quiere contribuir con importantes recursos para evitar el éxodo de centroamericanos y para generar oportunidades.

Espero que al final de la jornada poselectoral, que se anticipa será larga por los obstáculos que pone el presidente Trump, al pueblo de Norteamérica le vaya bien en la nueva etapa. No perdamos que es una nación estrechamente ligada a nosotros, su estabilidad política y económica son el mejor escenario para nuestro país.

Del anecdotario

El primer presidente que conocí en persona fue al licenciado Luis Echeverría Álvarez, cuando yo tenía 15 años y trabajaba como auxiliar de intendencia en la Presidencia de la República, me tocaba barrer algunos tramos de los patios del Palacio Nacional, con lo que sufragaba mis gastos personales y a la vez estudiaba el primer año en la Prepa 6 de Coyoacán.

En alguna audiencia que concedió a grupo de campesinos, me le colé al Estado Mayor Presidencial para estrechar su mano pues recordaba la solidaridad mostrada por Echeverría con el gobierno de Salvador Allende a raíz del golpe militar que se perpetró en 1973 por Augusto Pinochet.

A Allende le profeso admiración y reconocimiento. Nunca voy a olvidar aquella frase que pronunciara en la Universidad de Guadalajara: “Hay jóvenes viejos y viejos jóvenes”. Yo me ubico entre los segundos.

Me asignaron a la Dirección General de Documentación e Informe Presidencial que dirigía Víctor Alfonso Maldonado, originario de San Luis Potosí, a quien acompañaba Manuel Velázquez Carmona, como subdirector, y quien con el paso de los años llegó a ser secretario de Estado.

También conocí a Porfirio Muñoz Ledo, cuando era subsecretario de la Presidencia; Pedro Vázquez Colmenares fungía como oficial mayor. Conocí a Ignacio Ovalle Fernández, Ricardo Valero, Gilberto Ruiz Almada, Juan José Bremer, Alejandro Carrillo, entre otros.

Mi intención de venir a México era estudiar la carrera de medicina, pero contagiado de tantos economistas de ese tiempo, tomé la decisión de inscribirme en la Facultad de Economía de la UNAM. De lo que nunca me arrepiento.

La vida es así…


* Ex gobernador de Guerrero



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