El uso de las tecnologías de la información y de comunicación (TIC) ha transformado profundamente la gestión del talento humano, pues facilita la comunicación, el acceso a la información y la eficiencia en múltiples ámbitos laborales.
Sin embargo, su creciente adopción también ha generado preocupaciones significativas sobre su impacto ambiental.
Este impacto se manifiesta en varias fases del ciclo de vida de las TIC, desde la producción de dispositivos hasta su consumo energético y disposición final.
Según el periódico nacional El Financiero, los mexicanos pasamos una cuarta parte de nuestro día usando las tecnologías de información y de comunicación, detrás de ese uso, que en los últimos años ha crecido exponencialmente, se encuentran factores que afectan a la contaminación de nuestro planeta, como es el requerimiento de energía para su funcionamiento cotidiano.
Al requerir una gran demanda de energía, se necesita en la mayoría de los casos, el uso de combustibles fósiles, que aumentan la contaminación ambiental y promueven el cambio climático.
Muchas veces no nos ponemos a pensar acerca del impacto ambiental que tiene el uso de las TIC, la fabricación de dispositivos como teléfonos inteligentes, computadoras y servidores implica la extracción de minerales y materiales tóxicos, como el cobalto, el litio y el cadmio, cuya explotación puede provocar deforestación, contaminación del suelo y del agua, y agotamiento de recursos naturales.
Además, la producción y ensamblaje de estos dispositivos requieren grandes cantidades de energía y generan emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
La huella de carbono de la fabricación de dispositivos TIC es una de las mayores contribuciones al calentamiento global dentro de la cadena de valor tecnológica.
Según estimaciones internacionales, los centros de datos consumen aproximadamente el 1% del total de la electricidad mundial, una cifra que sigue aumentando con el crecimiento del almacenamiento en la nube y las aplicaciones de Inteligencia Artificial.
Estos centros dependen en gran medida de fuentes de energía no renovables, lo que contribuye a las emisiones de GEI y al cambio climático.
Aunque las empresas tecnológicas han comenzado a invertir en fuentes de energía renovable, la transición aún es insuficiente para mitigar completamente el impacto ambiental.
Por otra parte, el rápido ciclo de obsolescencia de los dispositivos TIC impulsa la generación de grandes volúmenes de residuos electrónicos.
Cada año, se desechan millones de toneladas de dispositivos que contienen materiales peligrosos y no biodegradables.
Estos residuos terminan generalmente en vertederos o se envían a países en desarrollo, como el nuestro, donde la falta de regulaciones adecuadas sobre su tratamiento agrava la contaminación ambiental y pone en riesgo la salud pública.
Aunque el reciclaje de estos dispositivos podría mitigar parte del problema, las tasas de reciclaje globales aún son muy bajas.
El impacto ambiental de las TIC es un desafío multidimensional que los departamentos de Capital Humano deben hacer suyo y ser parte de la solución y no del problema, pues se requiere un enfoque integral para su mitigación.
Es necesario avanzar hacia la adopción de tecnologías más sostenibles, mejorar los procesos de reciclaje de residuos electrónicos y fomentar políticas que impulsen el desarrollo de energías renovables para alimentar la infraestructura tecnológica.
Solo mediante la combinación de estos esfuerzos se podrá minimizar el impacto ambiental y maximizar los beneficios que las TIC pueden ofrecer a una sociedad más sostenible y por ende, departamentos de gestión de talento humano más corresponsables con el cuidado de la casa común, de nuestro planeta, y con ello contribuir a un equilibrio entre el desarrollo y uso tecnológico y la sustentabilidad.