Se acerca el final del sexenio y cada vez serán más frecuentes los balances con los cuales se medirán los resultados de los gobernantes en los niveles estatal y federal, así como los trienios de los alcaldes.
Mientras algunos comienzan a anunciar los resultados que están acumulando, según sus promesas de campaña, otros gobernantes se encuentran enfrascados en distintas crisis ya sea por malas decisiones que tomaron en el inicio de su función, desinterés o simple ineptitud.
Así podemos ver todos los días en los medios de comunicación los problemas de inseguridad que se viven en Guanajuato y en los estados vecinos de la región. Lo que deja ver uno de los grandes pendientes de todas las administraciones en nuestro país, sean panistas, priistas, morenistas, verdes, o de MC. Todos ellos quedan a deber en este rubro y otros como el combate a la corrupción, abasto de medicinas o transporte, por mencionar solo algunos.
Aquellos que tienen números rojos en algunas áreas de su gobierno le apuestan entonces a hacerse de la vista gorda, o de plano cambiar la narrativa para que tal o cual crisis no afecte sus aspiraciones futuras en el mundo de la política.
Por eso vemos en la Ciudad de México cómo se trata de dar un giro de 180 grados a la situación que vive el Metro, que hoy enfrenta uno de sus peores momentos con el aumento de incidentes por la falta de mantenimiento y de accidentes fatales, que ponen en vilo la movilidad de la capital del país.
Hoy se trata de promover la idea del sabotaje, aunque muchos usuarios denuncian diariamente las condiciones que tienen que enfrentar en sus traslados, lo que en ocasiones los pone en peligro. Para esto se enviaron a más de 6 mil elementos de la Guardia Nacional.
Los políticos le apuestan a que ya no se hable del tema central, como el desplome de la línea 12 del Metro que costó 27 vidas o el accidente más reciente que provocó la muerte de Yaretzi, una estudiante de la UNAM.
Y esos políticos no reparan en gastos para limpiar la imagen del gobernante que enfrenta esa crisis. En México se apuesta al olvido, a la distracción, para mantener las aspiraciones políticas intactas.
Para eso desarrollaron una piel muy gruesa, lo único que tienen que hacer es aguantar y esperar que a la gente, el electorado, se le olvide.
Andrés Amieva[email protected]