La lucha por la defensa del Instituto Nacional Electoral dejó las calles tras la marcha en la que los ciudadanos hablaron el 13 de noviembre y pasó a la Cámara de Diputados donde no hubo sorpresas.
Después de la expresión ciudadana, la iniciativa lopezobradorista pasó a convertirse en el Plan B, que en esencia mantenía la premisa del Presidente de desaparecer al INE por otro organismo, la reducción de diputaciones de 500 a 300, además de tocar la elección de consejeros electorales y moldearla para beneplácito del partido en el poder.
Ese Plan B fue rechazado en San Lázaro, la oposición se volvió a comportar a la altura y votó en contra, con lo que Morena y sus aliados no alcanzaron la mayoría calificada, pues era una reforma constitucional. Al fallar, las huestes de Andrés Manuel López Obrador aprobaron cambios a las leyes secundarias, para las que sí les alcanzó junto con el PT y el PVEM, con los que estrangulan al INE en cuestión presupuestaria, compacta al órgano electoral, además de restarle atribuciones. Este camino todavía tiene muchas etapas, por lo que ahora le tocará al Senado recibir las reformas a las leyes para darles trámite, ese proceso legislativo que violentó el capricho del Presidente, ya que los legisladores morenistas y de oposición apenas y conocían el contenido de la iniciativa.
La obsesión presidencial contra el INE solo se entiende por el objetivo que tienen los políticos, que su causa, movimiento o partido se perpetúe en el poder.
La democracia está en peligro en México, pero la gente está despertando ante los embates desde el Palacio Nacional. El ciudadano ya no es un mero espectador que presencia la vida nacional sin poder hacer nada. Ahora es diferente.
Y el resto del continente no es la excepción, ayer estalló la crisis política en Perú, donde el presidente (de izquierda) Pedro Castillo, duramente cuestionado desde el principio de su gestión, ayer decidió disolver el congreso, lo que provocó su destitución por parte de esos congresistas a los que quería quitarles su función de servir de contrapeso.
Castillo fue detenido cuando se dirigía, según las informaciones, a la embajada de México donde presuntamente solicitaría asilo político. La crisis desembocó en el nombramiento de Dina Boluarte como nueva mandataria de Perú, la primera mujer en acceder al cargo.
Son casos totalmente diferentes, sin embargo tienen en común el asedio a la democracia. Es momento de estar alertas.
Andrés Amieva