Política

EU: la democracia y la paz en juego

La democracia no es algo que se crea de la noche a la mañana y permanece inamovible, sino un sistema de gobierno que requiere de un trabajo arduo y constante por parte de la ciudadanía. Una democracia sana es aquella que logra adaptarse y fortalecerse ante los retos que llega a enfrentar el país.

Las crecientes divisiones ideológicas que surgieron después del 11 de septiembre en Estados Unidos han culminado en la candidatura de Donald Trump, un ególatra ignorante que le ha hecho un enorme daño al país, inclusive aunque no logre llegar a la Casa Blanca.

Su discurso ha fomentado desconfianza entre distintos grupos raciales y religiosos en un país con una gran historia de migración y multiculturalismo. Por lo mismo, el riesgo de enfrentamientos violentos en esta elección es elevado. Además del calor intenso del verano, el ambiente político es tan áspero que con una chispa podríamos ver una explosión.

Esta semana Trump hizo un llamado no velado a utilizar las armas de los ciudadanos, protegidas por la segunda enmienda, para "resolver" la amenaza política que, según él, representa la candidata demócrata Hillary Clinton. Hemos escuchado muchos insultos y bajezas en este periodo electoral, pero ahora Trump sí se voló la barda y, con su indirecta, el candidato republicano ha puesto en riesgo la vida de muchos.

Todos sabemos que en EU hay suficientes personas armadas y de dudosa estabilidad emocional que podrían tomar la iniciativa de poner en la mira a Clinton o sus seguidores. La democracia protege la libertad de expresión, y la sugerencia de recurrir a la violencia representa una amenaza a la democracia misma. Pero estos detalles le importan poco al hombre anaranjado.

Las instituciones gubernamentales de EU son consideradas por lo general como sólidas, pero inclusive antes de la llegada de Trump se ha venido dando un deterioro notable.

En una conversación informal con un ex congresista republicano, me comentó que el sistema democrático bipartidista depende en gran medida de que los actores políticos muestren un mínimo de civilidad política, así como la disposición a dialogar con la oposición. Durante décadas estas han sido reglas no escritas que ahora todos parecen desconocer.

La crisis de las instituciones también se nota en el bloqueo a la agenda del presidente Barack Obama a lo largo de los ocho años de su administración por parte del Congreso republicano. Esta decisión consciente de no trabajar con la oposición ha resultado en un deterioro marcado en la eficacia del gobierno y la polarización de la política.

El enojo de la población hacia Washington y los políticos "de siempre" se puede atribuir en gran medida a este fenómeno de parálisis legislativa. Desde la perspectiva de los ciudadanos de Ohio, Arizona o Texas, en la capital nunca pasa nada productivo.

Esta disfuncionalidad incluye la estrategia del Senado de ignorar su responsabilidad legislativa al negar que se someta a consideración la nominación presidencial de Merrick Garland a la Suprema Corte hasta que pase la elección presidencial. Es un hecho inédito, pero hoy en día poco importan las reglas cuando todo obedece al cálculo político.

Lo único rescatable de todo esto es que motiva a una reflexión sobre la naturaleza y calidad de la democracia, a la vez que da pie a un nuevo activismo político de los propios ciudadanos. Todos sienten la necesidad de pronunciarse de alguna manera. Cada vez aparecen más republicanos que simplemente no están dispuestos a apoyar a Trump, aun si eso significa que su partido pierda por tercera vez consecutiva la elección presidencial.

A principios de esta semana, un grupo de 50 expertos republicanos en temas de seguridad nacional publicaron una carta que advierte del riesgo de una presidencia de Trump. Los ex funcionarios de administraciones republicanas afirmaron que no votarán por él y subrayan que Trump representa una amenaza a la seguridad nacional y a la prosperidad económica del país.

Adicionalmente, la senadora republicana Susan Collins, de Maine, dijo que ella tampoco votará por Trump, dado que ha generado divisiones inaceptables en el país.

No cabe duda que nos encontramos en terrenos desconocidos. Todavía faltan casi tres meses para la elección en noviembre, lo que es una eternidad en la vida política. La campaña de Trump está tan norteada y enfrenta tal resistencia dentro de su propio partido —o más bien el partido que él secuestró— que todavía cabe la remota posibilidad de que no aparezca en la boleta en noviembre y que los republicanos busquen alguna opción más digna. Mientras tanto, deberíamos anticipar que entre más suba la desesperación de Trump conforme caiga en las encuestas, más violento se volverá su discurso.

A veces se requiere de una crisis para recapacitar y redefinir el compromiso con la vida democrática. En estos meses hemos aprendido que una democracia saludable requiere de ciudadanos activos, bien informados y comprometidos. Desafortunadamente, en EU la baja calidad del sistema educativo y el desconocimiento del mundo abren la puerta a figuras autoritarias como Trump, quienes ponen en tela de juicio el sistema democrático que viene construyendo el país desde el día en que se independizó.

En los próximos meses seguirá la lucha campal por el alma de la democracia estadunidense. Ojalá el llamado de Trump a la violencia se conteste con la capacidad de organización de los ciudadanos que todavía están dispuestos a trabajar con sus pares del otro lado del espectro político para seguir construyendo un proyecto democrático saludable.

*Directora de McLarty
Associates, Washington, DC

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Amy Glover
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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