Dentro de los innumerables lugares icónicos que se pueden ver cuando se visita la ciudad de Monterrey, dos llaman poderosamente la atención, uno de origen natural y que es imponente a la vista: el cerro de la silla. El otro construido por el hombre, el estadio BBVA Bancomer y que es la casa del Club de Futbol Monterrey, el estadio más moderno del balompié nacional. Su costo aproximado fue de 200 millones de dólares.
El impresionante estadio se encuentra en el municipio de Guadalupe, que forma parte de la zona metropolitana de la Sultana del Norte. El estadio es una obra conjunta del equipo Rayados y de gestión del grupo FEMSA, junto con el apoyo de las autoridades municipales y estatales.
La tierra donde está el inmueble deportivo es propiedad del gobierno del estado de Nuevo León bajo una concesión de 60 años; muy bien que la autoridad entienda que toda inversión de gran nivel revela inmediatamente plusvalías a la zona geográfica, elevando el valor de la tierra aledaña y generando economía.
Fue inaugurado el 2 de agosto de 2015, cuando Monterrey jugó contra el Benéfica de Portugal. Celebrando la Copa Eusebio y los 70 años de fundación del club, el joven canterano César Montes anotó el primer gol en la historia del espectacular inmueble.
Las vías de comunicación para llegar son muy modernas, aunque ya en las inmediaciones del estadio el tráfico se vuelve pesado los días de juego, dependiendo la ruta que se tome.
Tiene capacidad para 53 mil 500 espectadores. Además es un estadio amigable para las personas de capacidades diferentes.
Pero independientemente de su comodidad interna, sus características arquitectónicas por Populous arquitectos, lo convierten en lugar de referencia y de símbolo de la capital y zona metropolitana de Nuevo León.
Mención aparte merece la afición de los Rayados, que hacen de la visita al BBVA Bancomer, una experiencia muy interesante por la forma como viven el futbol y el orgullo que sienten por sus colores y jugadores.
Tal vez los estadios Akron, de las Chivas y, el Corona, del Santos Laguna, puedan competir por el primer lugar de honor de inmuebles deportivos en la actualidad en nuestro país, pero sin duda el de los Rayados de Monterrey ha puesto muy en claro que los deportes profesionales deben de contar con instalaciones de primer nivel, que ofrezcan seguridad, servicios y amabilidad a los espectadores.
La pasión deportiva, queda demostrado, no está reñida con la modernidad y es deseable y necesario que los demás equipos hagan esfuerzos reales por dignificar sus instalaciones y logren acuerdos, no solo con gobiernos locales, sino con la iniciativa privada para dotar de mejor infraestructura deportiva a sus equipos y espectadores.
Por lo pronto, Samuel García, gobernador electo de Nuevo León, ha prometido la construcción de un nuevo estadio para los Tigres, el otro equipo del estado, y que sin duda hará seguir creciendo la rivalidad deportiva entre las dos instituciones futboleras de la tierra del cabrito.
Así, los visitantes y los locales tendrán un atractivo visual más, y el Gigante de Acero una sana competencia en esa “tierra linda y sultana, que lleva por nombre ciudad de Monterrey”.
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