Lilly Téllez jamás se ha destacado ni por su inteligencia ni por su activismo social.
Todo lo contrario, siempre ha sido una vergüenza para la clase política mexicana independientemente del partido político al que haya pertenecido o al que esté perteneciendo ahora.
La cantidad y preocupante calidad de barbaridades que ha dicho y que ha hecho desde que decidió dedicarse a la política es alarmante, como para escribir un libro, como para hacer una película.
Yo ya no sé si cómica o trágica. Pero de que se trata de un personaje odiado hasta por sus compañeras y sus compañeros de partido, es un personaje odiado hasta por sus compañeras y sus compañeros de partido.
Que no se lo digan en su cara no significa que no lo piensen, que no hablen mal de ella con nosotros los periodistas, que no afirmen que su presencia es un problema.
Bueno, cualquier estupidez que haya salido de su boca es nada en comparación con la burrada que acaba de cometer en FOX News.
¿Por qué? Porque la señora, palabras más, palabras menos, le pidió al presidente de Estados Unidos que invadiera México.
Doña Lilly no es una ciudadana común y corriente. Es una representante de nuestro poder legislativo. Usted y yo la mantenemos con nuestros impuestos.
Esto no es un chiste, una gracia o una nota de color. Es una senadora mexicana solicitando, a través de las cámaras y micrófonos de un medio de comunicación, una intervención extranjera.
Se vea por donde se vea, le cambien las palabras que le cambien, es una violación clarísima al Código Penal Federal. Es traición a la patria.
Por la más elemental clase de civismo, por la más elemental lógica, por la más elemental política: esto no se hace. No se debe hacer. ¡No! ¡No! ¡Y mil veces no!
Lilly Téllez es una vergüenza de México. Lilly Téllez es una vergüenza de la clase política mexicana. Lilly Téllez es una vergüenza de la Cámara de Senadores.
Lilly Téllez es una vergüenza del Partido Acción Nacional. Lilly Téllez es una vergüenza para el pueblo de México. Lilly Téllez es una vergüenza como mujer.
Porque, no nos hagamos tontos, ella, como mujer, está haciendo lo que muchos hombres ya no pueden porque tienen en el poder ejecutivo a la primera presidenta de la historia de México.
Porque ella, como mujer, está traicionando algo más que lo que tantísimas personas están comentando en las redes sociales.
Ella lo está haciendo porque ningún hombre, en su lugar, lo podría hacer.
Su nivel de traición no tiene límites. No tiene comparación. Es lo más sucio de lo más sucio.
¿Por qué le estoy diciendo esto? Porque entre gitanos no nos leemos las cartas: esa entrevista no fue una entrevista. Fue algo parecido a un montaje.
¡Qué casualidad que la cadena FOX News eligió, de todas las políticas y de todos los políticos mexicanos a las y a los que podía entrevistar, a Lilly Téllez!
¡Qué casualidad que para ellos, la señora si tuvo tiempo, vestuario, maquillaje e iluminación!
¡Qué casualidad, que por parte de Estados Unidos, la encargada de la entrevista era Rachel Campos-Duffy, otra mujer (cuya sonrisa a cuadro amerita un profundo análisis de comunicación no verbal)!
¡Qué casualidad que Lilly no tardaba ni dos segundos en responder a preguntas complejísimas sobre temas como el terrorismo!
¡Qué casualidad que la señora Téllez siempre manejó el mismo tono que el de su entrevistadora para llevar ese diálogo hacia ideas rarísimas como las dictaduras, Venezuela y los “nefastos gobiernos de izquierda”!
No se necesita haber estado ahí para concluir que Lilly no estaba sola, que habló por alguien, que habló para alguien. Ahí es donde el tema de que sea mujer convierte esta lamentable historia en una desgracia de género.
Porque si hubiera sido hombre no hubiera pasado esto, porque si hubiera sido hombre no le hubieran pedido esto. Alguien necesitaba a una mujer para que traicionara a otra mujer. Y Lilly se prestó. Y no se vale.
No sé qué vaya a pasar aquí. Se habla de desaforarla. Se habla de cárcel. De castigos. Se habla. Se habla. Se habla.
Yo sólo espero que al final de esta imperdonable tragedia las mujeres recuperen la posición de oro que merecen en la historia de nuestra nación. ¿O usted qué opina?
