Esto es demasiado bueno, demasiado importante y me preocupa que, con tantos contenidos en tantos lugares, usted no lo esté viendo.
Es la serie documental “Secretos de playboy” que se estrenó el domingo pasado a las 22:00 por el canal A&E.
La marca Playboy le vendió al mundo, desde 1953, cualquier cantidad de ideas a través de sus revistas, de sus programas de televisión, de sus clubes y de decenas de productos y servicios paralelos.
En teoría se trataba de libertad de expresión, de una revolución sexual, de empoderar a las mujeres para que gozaran de su cuerpo, para que se volvieran ricas, para que se convirtieran en estrellas.
Playboy era el eje sobre el cual giraban la política, el arte, la economía, la intelectualidad y todo lo que tuviera que ver con poder.
Y todos lo gozaban mucho, lo presumían, lo mostraban con un modelo aspiracional.
Póngase a pensar, por favor, en todo lo que Playboy, el Playboy de Hugh Hefner, le enseñó al mundo, en las larguísimas listas de personalidades que desfilaron por sus publicaciones, en los líderes que fueron a sus fiestas.
Pero, al parecer, todo eso era una mentira. En aquel Playboy había asesinatos, suicidios, drogas, violaciones, estupro, conspiraciones, espionaje y mil barbaridades más que son, precisamente, las que se cuentan en esta serie.
No puedo creer la valentía de las personas que están contando sus historias en A&E.
Vamos desde las novias de Hefner hasta los mayordomos de la Mansión Playboy pasando por “playmates”, ejecutivas, amigos, anfitrionas, empleados, feministas, entrenadoras de “conejitas” y más, muchas personas más.
Es como si se hubiera destapado la Caja de Pandora. Y yo no sé qué es más escandaloso, si lo que denuncian o que digan que cuando trataron de denunciar, hace más de 40 años, nadie las quiso (y los quiso) escuchar.
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia, pero el control que Hefner tenía sobre la prensa y las mismísimas autoridades era verdaderamente monstruoso.
No hay manera de ver esto y de no pensar en aquel Playboy como un culto, como un brazo del crimen organizado, como el poder detrás del poder.
¿Cuál es la nota? El sustento legal de esta serie porque todo está perfectamente justificado, advertido y aclarado, comenzando por el hecho de que los actuales dueños de la marca no tienen ninguna clase de relación con el pasado de Hugh Hefner.
¿Pero sabe lo que es verdaderamente admirable de esta investigación? La curaduría. La selección de imágenes que ilustra cada una de las entrevistas es de un valor histórico incalculable.
No tengo ni la más remota idea de cómo consiguieron a esos personajes ni de cómo juntaron todas esas fotos, todos esos videos, pero los valores de producción de “Secretos de Playboy” son altísimos y nunca caen ni en el sensacionalismo ni en la promoción del delito.
Es una serie muy fina, creativa. Si usted, como yo, está comprometido con las mujeres, con el combate en contra de la violencia de género y con las grandes causas sociales de hoy, tiene que verlo y si no, también. Se va a ir de espaldas. Se lo juro.
Luche por ver “Secretos de Playboy” todos los domingos a las 22:00 por A&E y busque las repeticiones de lo que se transmitió el 19 de junio. Le va a gustar. De veras que sí.
Álvaro Cueva