Ya le escribí del Mundial y la televisión abierta privada, del Mundial y la televisión abierta pública, del Mundial y las plataformas, del Mundial y las redes sociales.
¿Pero qué pasa con el Mundial y la televisión de paga? Casi nada y yo me muero de la vergüenza. Se me hace un error histórico.
Ojo: cuando hablamos de televisión de paga hablamos de señales como TUDN, ESPN y ClaroSports. ¿Entonces cuál es la bronca?
No nos hagamos tontos, que cuando estas personas producen ya no lo hacen pensando en las audiencias de los cables y de las antenas directas al hogar.
Lo hacen pensando en plataformas como VIX, Star+ y ClaroVideo, mandando un mensaje un tanto desconcertante. ¿Para qué estoy pagando un cable si el foco está en otro lado?
¿Sí me entiende? Esto no debió haber sucedido, pero lo verdaderamente lamentable está en el segmento de los canales inteligentes como National Geographic.
¿A usted ya se le olvidó cómo, en otros grandes eventos deportivos internacionales, esta gente creaba contenidos increíblemente espectaculares?
Que si la ciencia y el futbol, que si la tecnología de los balones, que si la historia de los uniformes. ¡Y los anunciantes eran los más felices!
Ahora, con Qatar 2022, es prácticamente imposible localizar esta clase de contenidos. ¡No puede ser! Qatar 2022 es la nota más importante del planeta entero y si no me cree, échele un ojo a la prensa internacional.
Y todos sabíamos que esto iba a pasar. ¿Por qué no se prepararon? ¿Por qué se lo dejaron todo a las plataformas?
Es en este punto donde yo quiero felicitar públicamente a Discovery porque ellos sí sacaron la casta con algo que se llamó “Qatar latino, rumbo al Mundial” que espero que usted puede localizar aunque sea bajo el esquema de Video On Demand.
Se trata de un programa que retrata la vida de mexicanos, venezolanos y, en general, de latinoamericanos, en Qatar.
Y nada qué ver con los horrores ni con las erudiciones que dicen y que se hacen en otras partes. Esto es muy interesante, entrañable, esperanzador.
Le voy a describir un episodio para que entienda por dónde va la cosa: por un lado tenemos a una mexicana. Por el otro, a una venezolana.
La mexicana es muy joven, escultural. Es entrenadora en un gimnasio en una zona de lujo llamada La Perla.
La venezolana es una señora madura, muy simpática. Trabaja como guía de turistas.
La mexicana nos muestra cómo es su vida allá, cómo es su trabajo, nos lleva a conocer a sus amigas, a visitar lugares. Hasta dan ganas de imitarla y buscar trabajo en aquella zona.
La venezolana nos presenta a su familia, nos explica cómo vive, nos hace un tour por lo más típico, pero también por lo más insólito. Contratarla debe ser lo máximo.
Al final, la mexicana y la venezolana, que no se conocían, terminan encontrándose, intercambiando regalos y haciéndose amigas.
Hasta el valor de la amistad termina por ser parte fundamental de esto que, por supuesto, está muy bien hecho.
No hay manera de ver este concepto y de no querer ir corriendo a conocer Qatar, de no adorar a esas personas, de no amar la Copa del Mundo.
“Qatar latino, rumbo al Mundial” es exactamente lo que los suscriptores de la televisión de paga estábamos esperando, lo que merecemos y que ya casi nadie nos quiere dar.
¡Bien por Discovery! ¡Mal por casi todos los demás! ¿O usted qué opina?