A mí no me gusta que las empresas se peleen. Si algo he aprendido a 25 años de la guerra de las televisoras es que, al final de tanto pleito, de tanta demanda y de tanto odio, todos salimos perdiendo.
¿Por qué le estoy diciendo esto? Por algo que seguramente usted también está presenciando y que no está bien: la pelea entre Starzplay y Star+.
Starzplay es un sistema de distribución de contenidos en línea particularmente bueno. Tuve el honor de conducir su evento de presentación en México y estoy convencido de que lo que hacen es valioso, importante.
Star+ va a ser el nuevo sistema de distribución de contenidos en línea de The Walt Disney Company donde vamos a ver lo que, por un tema de perfiles, no está disponible en Disney+.
Como que alguien asesoró mal a Starzplay y estas señoras, estos señores, pusieron el grito en el cielo ante el anuncio de la llegada de Star+ a México.
Dicen que el nombre Star+ se parece demasiado a Starzplay, que el público se va a confundir y demandaron.
A mí me da mucha pena, pero en mi calidad de crítico profesional de televisión tengo que intervenir para impedir una desgracia.
Nada que ver entre Star+ y Starzplay. Y no es porque una marca sea mejor o peor, superior o inferior, a otra. Es que ni siquiera se pronuncian igual.
Suponer que las audiencias se van a confundir, es pensar que las audiencias son tontas. ¿Sí entiende por qué le digo que quiero impedir una desgracia?
Starzplay no se merece esto y Star+, tampoco. Es tan absurdo como si In-N-Out Burger o Five Guys Burgers and Fries demandaran a Burger King por usar la palabra Burger. ¡No, por favor!
Starzplay y Star+ pueden coexistir en perfecta armonía en el mercado de los sistemas de distribución de contenidos en línea y triunfar cada una por su lado sin mayor problema.
Por favor, no se peleen. Lo que menos necesitamos quienes amamos este negocio son fracturas que minen el futuro de los sistemas de distribución de contenidos en línea como la guerra de las televisoras minó el de la televisión abierta hace más de 25 años.
Por favor recapaciten. Se los digo con el corazón en la mano.
SIE7E
Desde que comencé a ver la publicidad de Sie7e dije: esto se ve bueno.
No me equivoqué. Sie7e es el mejor show que se ha hecho en la historia de nuestro país.
Todavía no doy crédito del nivel de la producción, del talento de los cantantes, de los bailarines, de los músicos, de los acróbatas, de los mimos ni del cine creado por Sergio Tovar Velarde.
Me sentí en Las Vegas sólo que con una propuesta 100 por ciento mexicana.
¿Me creería si le dijera que conté más de 50 bailarinas y bailarines?
Estamos hablando de más de 400 cambios de vestuario, de pianos que entran y salen, de plataformas que suben y bajan, pero, sobre todo, de grandiosos artistas.
¡Qué locura de voces, de coreografías, de fuerza física, de gracia, de flexibilidad, de cuerpos y de elegancia!
Porque eso sí, todas están hermosas, todos están hermosos, y salen con poca ropa, pero siempre con una categoría altísima, muy fina, de lo mejor.
Por si todo lo que le acabo de decir no fuera suficiente, Sie7e es un espectáculo inteligente.
Yo no sé quién escribió los textos que Issabela Camil, la gran conductora de este show, dice mientras interactúa con el público en el Pepsi Center.
Pero todo es atinadísimo, revolucionario, un canto a la vida que reinventa los siete pecados capitales hasta transformarlos no en las siete virtudes celestiales, sino en las siete virtudes del siglo XXI.
Ninel Conde está exquisita. Apio Quijano lo hace increíble. Vince Miranda es un portento. Adrián Cue está glorioso. Samo da cátedra. Paty Manterola está mejor que nunca. Y Kalimba es un rey.
Yo podría estar todo el día elogiando a cada una de estas estrellas, a cada uno de los innumerables elementos de este show donde se nota toda la experiencia de gente como Sergio Mayer en el plano nacional e internacional.
Pero mejor lo invito a verlo cuando regrese a partir del 16 de julio porque aquí va a pasar algo bueno, mucho muy bueno. De veras que sí. ¡Felicidades!