Espectáculos

‘Exatlón México 2019’

El inicio de la tercera temporada de Exatlón México, el lunes pasado, por Azteca Uno, fue una experiencia increíble, maravillosa, brutal.

No sé cómo lo haya vivido usted, pero nosotros, en casa, no solo vimos la transmisión completa. ¡No! Gritamos, reímos, viboreamos. Nos involucramos muchísimo.

Bueno, ya, el colmo, hasta hicimos cena especial y toda la cosa. Como si se tratara de un partido del Mundial de futbol. Como si se tratara de la entrega del Oscar.

¿Cuál es la nota? Que no fui el único mexicano que vivió este fenómeno así. Exatlón México es ya algo más que un programa de televisión. Es una tradición, una válvula de escape, un oasis en medio de tantos horrores, el pretexto más perfecto para que la familia se vuelva a reunir, todas las noches, frente al televisor. ¡Es un milagro, caray!

Exatlón México es una mezcla fabulosa de espectáculo y deporte, una invitación a que todos nos pongamos a hacer ejercicio, a cuidar nuestra salud. Es volver a poner a los atletas, no a los delincuentes, como lo que son: nuestros héroes, nuestros ídolos, nuestros mejores modelos aspiracionales.

No hay manera de ver a los “famosos” y a los “contendientes” y de no adorarlos, de no sentir admiración, de no querer sé como ellos. ¡Es mágico!

¿Y qué me dice de la parte de género? Se me hace sensacional el papel que las mujeres juegan en este reality show de supervivencia y deportes extremos.

Aquí hombres y mujeres valen lo mismo, hacen lo mismo, reciben lo mismo y por si esto no fuera suficiente, se integran de una forma que da gusto verlos.

Exatlón México está consiguiendo lo que 45 mesas redondas no han podido en ene cantidad de noticiarios y programas de análisis: unir a los hombres con las mujeres, integrarnos en el respeto y la armonía, ayudarnos como sociedad.

¿Ahora entiende por qué quiero tanto este concepto? Y no le he dicho nada porque la cantidad de análisis que se pueden desprender de cada dinámica, de cada participante, es inmensa, fantástica, de lo mejor. Pero espéreme, sí tenemos que hacerle un reconocimiento público a Toño Rosique, el conductor de esta emisión, porque su trabajo es impecable. El señor no solo domina la materia y le inyecta credibilidad y confianza. Hace unas narraciones, al momento, que consiguen que uno, frente al monitor, se entere, se involucre y se emocione. Y eso no viene del productor. Es de él, de su talento, de su experiencia. ¡Qué bárbaro! ¡Felicidades!

A propósito del productor, me pongo de pie ante toda la gente que está detrás de esto en términos de producción.

No sé si usted lo alcance a apreciar, pero Exatlón México es de una complejidad audiovisual sofisticadísima.

Desde el montaje de los circuitos hasta la narrativa detrás de cada atleta. Esto es una obra de arte, televisión abierta del siglo XXI en su máxima expresión.

Lo que más me impresiona es que sus responsables, en lugar de engolosinarse y traicionar aquello, como suele suceder en la industria de la televisión mexicana, lo están cuidando con tanto esmero como desde la transmisión del primer capítulo de la primera temporada.

Por lo que más quiera en la vida, luche con uñas y dientes por ver y reconocer este gran esfuerzo. Es lo máximo. ¿A poco no?

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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
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  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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