Espectáculos

El problema de 'El problema de los tres cuerpos'

Si estuviéramos en 2015 sería el crítico más feliz del mundo elogiando “El problema de los tres cuerpos” (“3 Body Problem”), una de las nuevas series de Netflix.

Hoy, tengo miedo.

¿Por qué? Porque esto, que ya había cambiado, volvió a cambiar.

Le explico: en 2015 todavía se hacían series que eran series y Netflix era una auténtica bendición, prácticamente sin competencia, que nos invitaba a maratonear pocas pero muy buenas producciones originales.

Por tanto, cada vez que se estrenaba algo en esa plataforma, automáticamente se convertía en un fenómeno y las audiencias dejaban de dormir con tal de acabar de ver aquellas propuestas tan “premium”, tan diferentes.

Netflix era lo que no eran las televisoras. Era la que llegaba sin comerciales. Era la que salvaba las series que otros cancelaban.

Hoy, cada vez es más difícil ver una serie. Primero, porque nos están vendiendo como series o un montón de telenovelas cortas o un paquete de películas largas fragmentadas a la fuerza que acaban por atrofiar el paladar de las multitudes.

Y luego, porque la gente ya no está dispuesta a dejar de vivir para encerrarse a ver más de cuatro o seis capítulos de lo que sea en un fin de semana. La pandemia nos marcó para siempre.

Por si esto no fuera suficiente, Netflix ya no es un monopolio. Y no es que sólo tenga competencia. Es que tiende a difuminarse entre tantísimos competidores de tantísimos tipos que hay en el mercado y, peor tantito, ante el impacto de los videojuegos y las nuevas redes sociales.

Si se trata de maratonear, ¿usted qué haría? ¿Encerrarse a jugar toda la noche, enchufarse compulsivamente a TikTok o sentarse a ver específicamente Netflix?

Pero espérese, todavía no le digo lo peor: la vida nos ha enseñado que Neflix puede cancelar cualquier cosa de un día para otro. Y, dependiendo del paquete, puede llegar a tener comerciales.

Dicho en otras palabras, ahora es como cualquier televisora. Lejos de salvar lo que otros no quieren, ahora hay que buscar a otras compañías para que salven lo que Neflix no desea.

Y no, su menú ya no es premium. Ya no es diferente. Al lado de auténticas obras maestras coexisten los contenidos más decadentes del universo. Lo que tendría que destacar ya no destaca.

¿Qué tiene que ver esto con “El problema de los tres cuerpos”? Que no hay garantía de que vaya a tener el número de temporadas que vaya a necesitar tener.

Que igual y mañana la cancelan por cara, porque no tuvo los resultados que se esperaba que tuviera o simple y sencillamente porque sí. Sin explicación.

Podrá estar en primer, tercer o quinto lugar del conteo que usted quiera, guste y mande, pero eso no significa ni que todo el mundo la esté consumiendo como antes se consumía “House of Cards” ni que sea un fenómeno social.

Seguramente usted, como muchas personas, vio el primer episodio, le encantó, pero luego, ahí mismo, le pusieron otro estímulo, la dejó de ver jurando que regresará otro día pero de ahí a que pase eso ya se le habrán quitado las ganas y, en el mejor de los casos, estará viendo otra cosa, tal vez en otra plataforma.

Tan buenísima “El problema de los tres cuerpos”, pero acabará amontonada en esa lista interminable de series y películas titulada “Seguir viendo”.

¿Ahora entiende cuando le digo que tengo miedo?

Urge replantear este negocio antes de que sea demasiado tarde. “El problema de los tres cuerpos” es una de las mejores series de ciencia ficción de los últimos años. Sería tristísimo ver que termine perdida en la inmensidad de la nada.

¿Sabe a qué me recuerda? A “Sense8”, casualmente de 2015. Era magistral, increíble, lo máximo. Y acuérdese en lo que acabó.

“El problema de los tres cuerpos” es una superproducción de ciencia ficción del mismo equipo que cambió la historia de las series en 2011 con “Game of Thrones”, directores que vienen de joyas como “The Handmaid’s Tale” y algunas de las mejores estrellas de todo el mundo, como nuestra querida paisana Eiza González.

Es como “Encuentros cercanos del tercer tipo”, “Contacto” e “Interestelar” pero en un contexto global que fusiona nacionalidades, épocas e ideologías. Es sublime. No lo puedo decir de otra forma.

Luche con todas sus fuerzas por verla, por gozarla y comentarla.

Y recémosle a Dios para que acabe cuando tenga que acabar y para que acabe bien porque ya nadie está como para invertir ocho años de su vida mirando algo para que se resuelva en tres patadas y a la fuerza. ¿O usted qué opina?


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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