Espectáculos

El final de temporada de 'The Walking Dead'

Hubo algo que aprendí mirando el final de la segunda parte de la sexta temporada de The Walking Dead: donde quiera que vayamos siempre nos vamos a topar con la maldad humana.

Los monstruos no son los zombis, somos nosotros.

Hoy tenemos que hablar de ese episodio, de esa serie. Sería imperdonable si no lo hiciéramos.

La noche del domingo pasado millones de espectadores en todos los rincones del mundo convirtieron este final de temporada en un acontecimiento global.

Nosotros lo vimos al mismo tiempo que en Estados Unidos gracias al paquete Fox+ y al día siguiente lo gozamos a través del canal Fox.

Dividamos esto en tres partes para que entendamos juntos la magnitud de esta obra maestra y para que sensibilicemos a quienes no creen en ella.

Primero, los porqués. Segundo, el espectáculo. Y tercero, las ideas.

Los porqués: Muchas personas me preguntan que por qué tanto escándalo con The Walking Dead. Me dicen que no hay historia, que siempre es lo mismo, que aquello no avanza.

Esta joya de la televisión estadunidense es una obra capital, porque a partir de otro medio, de la novela gráfica, consigue retratar nuestro momento histórico mejor que ninguna otra propuesta televisiva.

Los hombres y las mujeres de hoy ya no somos humanos, somos como zombis que vagamos por el mundo sin un propósito, sin una opción, sin un futuro.

Hagamos lo que hagamos, ya nada vale la pena. Estamos muertos y no lo sabemos.

The Walking Dead no trata de nada, porque nuestra vida ahora es eso: la nada.

Este espectáculo vale como serie y como historieta, pero también como película, deporte extremo, videojuego, animación, juego de roles, teatro, alta literatura y cine mudo. Tiene todos los lenguajes en uno.

¿Entonces es un canto a la depresión? No, al contrario. The Walking Dead es una oda a la esperanza.

Todo el tiempo se nos están dando mensajes positivos al respecto, pero con una peculiaridad: se trata de mensajes grupales.

Para los responsables de este concepto, la única solución para los problemas de la humanidad está en el trabajo en equipo, en ayudarnos los unos a los otros, en volver a unirnos como sociedad.

Esto, que suena tan básico, es una bomba ideológica en la realidad de hoy, donde todo es individualismo, egoísmo y selfies.

Por eso esta serie, que no tiene millennials, es la favorita de los millennials, porque los seduce desde todas las perspectivas sin caer en los trucos baratos y fallidos de la mayoría de las casas productoras nacionales e internacionales.

El espectáculo: es muy fácil decir que el final de la segunda parte de la sexta temporada de esta emisión estuvo buenísimo y emocionantísimo. Digamos algo más. Seamos profesionales.

Este episodio estuvo buenísimo y emocionantísimo porque redondeó y multiplicó lo que se plateó en el capítulo uno de esta temporada.

Todo comenzó con una emboscada donde sucedieron cuestiones muy concretas.

¿Qué fue lo que vimos en este episodio? No una emboscada, muchas, y todas haciendo referencia a la del capítulo uno hasta crear una sensación de trágica consecuencia.

Esto pega directamente en cualquier sistema nervioso y sumado a una larga lista de valores de producción da por resultado que concluyamos puras cosas buenas.

El último minuto de ese episodio, por cierto, fue una cátedra de cinematografía.

¿Por qué? Por la combinación de cámara subjetiva, suspenso, diálogos, pantalla en negro y sangre. Tiene que verlo para creerlo.

Las ideas: las series de terror no son tontas. The Walking Dead es de una inteligencia sublime.

¿Con qué se queda usted? ¿Con qué idea? Yo, con el mito de la solidaridad.

Todo el mundo dice que los seres humanos nos unimos ante la desgracia.

Eso habrá sido en otros tiempo como cuando el temblor de 1985. Hoy la realidad es otra.

En este momento, entre peor estamos, más enseñamos el cobre y si no me cree, fíjese en lo que está pasando con temas como la contaminación en la Ciudad de México.

¿Qué es lo que dice la gente? ¿Qué es lo que hace? ¡Es enfermo!

Tal y como lo vimos en The Walking Dead, podemos huir de los zombis, pero no de los otros seres humanos, pero no de nosotros mismos.

¿Y qué me dice de otras ideas que vimos por ahí como lo del último día en la Tierra, el nuevo orden mundial, la imposibilidad de avanzar, el regresar, ¿a dónde? y ver a los niños como los asesinos seriales del futuro, entre muchas otras más?

¿Pero sabe qué es lo que más me gusta de este fenómeno? Que así, grande y complejo como es, representa un éxito comercial.

Sus patrocinadores como Chevrolet Spark y Passport Scotch no solo invirtieron en anuncios, mandaron a hacer sus propios comerciales temáticos de The Walking Dead.

¿No que lo bueno no vende? ¿Ahora se da cuenta de lo que está pasando aquí? Ese final de temporada fue enorme. De lo mejor de lo mejor. ¿O usted qué opina?


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
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  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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