Antes de entrar al Museo de la Historia del Holocausto en Jerusalén hay que tocar base en el Museo Herzl, en el monte del mismo nombre, así bautizados en memoria del fundador del sionismo político, Teodoro Herzl, quien personificado por un joven actor, gracias a un ingenioso juego de interactividad, relata al visitante la historia de cómo este periodista judío ideó los congresos a partir de la cobertura del célebre caso del capitán Alfred Dreyfuss, acusado de traición a la patria en medio de una trama de espionaje y antisemitismo del que también se derivó el alegato conocido como Yo acuso del escritor Émile Zola.
Un pasaje al aire libre conduce por un cementerio en que yacen celebridades como Golda Meir, Shimon Peres e Isaac Rabin y por el que se accede al Museo de la Historia del Holocausto, en el que salvo un letrero, el del campo de concentración de Treblinka, todo es original: los carros de madera, los uniformes de prisionero, los zapatos, los rieles, las cucharas, los platos, los vasos, los gorros, las palas… También es aquí donde se extiende el Jardín de los Justos, es decir, la zona en que se honra a aquellos personajes que salvaron a judíos durante la Shoah, la catástrofe en hebreo.
La entrada no puede ser más impactante, con la exhibición de algunas ediciones originales de Mein Kampf, de Hitler, y otros objetos de identidad nazi. La combinación de artefactos, cifras, periódicos y referencias históricas envuelven al espectador. En algunas salas hay incluso videos con testimonios de niños que escaparon de milagro de la matanza: simplemente estrujante. Hay que recordar que un millón y medio de muertos eran menores de edad.
El Salón de los Nombres es una construcción circular con una bóveda en la que se multiplican las fotografías de las víctimas, un lugar sagrado dedicado a preservar esos nombres. De hecho el museo, llamado Yad Vashem en hebreo (“Un monumento y un nombre”), tiene el objetivo de recordar por siempre a las más de seis millones de víctimas judías del cataclismo hitleriano.
Frente a la Marcha de los Vivos, conmemorada ayer, y la proliferación de teorías negacionistas, nunca estará de más recordar lo sucedido.
Alfredo Campos Villeda
@acvilleda