En los recientes informes de gobierno (que no son ejercicios de rendición de cuentas) poco o nada se menciona a la ciudadanía, convirtiendo los mismos en auténticos monólogos porque no existen diálogos con nadie, solamente son expresiones individuales al grado que solo presentan “sus logros y resultados”, sin esperar respuesta de nadie, y cuando se presentan críticas o cuestionamientos de la sociedad, la respuesta de las y los gobernantes es la descalificación o la denostación, situación que genera un rompimiento con la ciudadanía.
Hay que agregar que hasta el momento las y los regidores no son electos por voto directo, por lo que sus intervenciones no son representativas. Lo anterior es resultado de un sistema político que se ha construido con base a una clara e insana distancia gobierno – sociedad, sin mecanismos claros para incorporar la voz y opinión de la ciudadanía, generando gobiernos sin contrapesos sociales, que permitan frenar malas decisiones y acompañar las buenas acciones.
En México e Hidalgo actualmente existe una baja vinculación entre gobierno y sociedad. Esto ha orillado a un fenómeno de exclusión social, donde la ciudadanía no participa, no toma parte de los asuntos públicos, como lo refleja el Informe País, estudio que muestra un bajo nivel de participación ciudadana, aunado a la percepción sobre su utilidad, la cual es baja. El problema de una baja percepción de utilidad ciudadana sobre su participación en los asuntos públicos es que se desincentiva el activismo político, lo que puede generar una participación fuera de las instituciones, e incluso caer en la violencia o desestabilidad en el orden público. Por eso en estudios de opinión se observa que la población considera que su participación no tiene influencia sobre lo que el gobierno hace.
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