Muy al contrario de lo que legiones de opinadores han dicho sobre el fin del programa dominical En Familia con Chabelo, creo que Televisa hizo lo correcto al deshacerse de un pasivo que sólo ocupaba horas de transmisión cada semana.
El reto ahora para la empresa es en verdad ocupar ese espacio con contenido relevante. Las probabilidades en esto juegan en contra del espectador, pues Televisa es una empresa que prefiere sacar agua a las piedras, agotando el jugo de los éxitos de sus programas y explotando al máximo la tendencia de los espectadores mexicanos por la nostalgia.
Pero una estrategia bien definida podría inclusive ser determinante para el futuro de la televisión abierta en México. Y aquí ya no se implica solamente a Televisa, sino a su a-veces-rival-a-veces-espejo Televisión Azteca y a la naciente Cadenatres.
El reto que tienen enfrente se llama televisión digital y sus dimensiones son formidables. Para empezar, las televisoras van a competir por ganarse públicos que crecen en cuanto a experiencia y exposición a mejores barras y universos de contenido.
Las recientes reformas en telecomunicaciones, la licitación para más cadenas de televisión abierta, así como el crecimiento de la penetración de la banda ancha, entre otros factores, están creando un nuevo teatro de guerra para los creadores y distribuidores de contenidos.
Además, el apagón analógico que está por concluir, dando cerrón a la transición a la televisión digital terrestre (TDT), estará inaugurando una nueva era en la que el público mexicano podrá discriminar servicios y no ser discriminado con contenidos de mala calidad.
Por eso son un buen preludio las campañas que las empresas de televisión restringida han llevado a cabo aprovechando la TDT, como la de izzi, de la propia Televisa, dirigida a los más de 3 millones de hogares que se supone se quedarán sin señal de tv abierta por el apagón.
En simple economía: puede resultar más barato invertir unos cientos de pesos en una alternativa tecnológica (como comprar un decodificador y una antena para que las viejas televisiones analógicas puedan captar las señales digitales, así como la suscripción mensual a un servicio de tv de paga), que desembolsar unos miles más en pantallas digitales.
Pero si bien la discusión y la polémica se está centrando en todos los millones de mexicanos que se quedan sin señal abierta (afectando, entre otras cosas, su derecho a la información y al entretenimiento), lo cierto es que esta problemática será solo temporal.
Así, con un arsenal de millones de televisiones digitales, con mejores redes de comunicaciones por la banda ancha, y una oferta creciente de servicios en línea (Netflix, Clarovideo, Klic... más los que se acumulen, como Amazon y otros más verticales), las posibilidades de un mayor mercado, más entretenido y disputado se amplían.
De acuerdo con datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones, a la fecha hay unos 17 millones de hogares con servicio de televisión de paga, más 11.2 millones de hogares con acceso a televisión digital. Hay otros 2.7 millones de hogares que no tienen televisión y 3.1 millones que se quedarían sin señal de tv ante el apagón.
Lo que veremos las siguientes semanas será muy parecido a lo ocurrido a mediados del mes, cuando se llegó el día D del apagón analógico y se bajó la señal en el Valle de México. En Notivox se llevó un puntual seguimiento antes y después del mayor apagón analógico de la historia mundial y lo que se vio, en términos de consumidores, fue la muy mexicana costumbre de dejar las cosas al último. Es decir, se vieron filas de personas adquiriendo pantallas en las tiendas y supermercados pues mucha gente no creía que se llegaría el día.
Así, lo que sigue por delante será una guerra de mercado en la que los principales ganadores deben ser los consumidores. Y las empresas nacionales de televisión deben saberlo, pues la exigencia del público está madurando. Por eso, nada de llorar a Chabelo o a la Señorita Laura. Mejor dar los parabienes al espectador mexicano.
@alex_angeles
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