El dependiente del establecimiento volteó a verme con cara de sorpresa y de inmediato soltó la frase: “¿Lo puede creer? Acaban de anunciar la muerte de la reina Isabel de Inglaterra”. De inmediato vi mi celular y en efecto, todos los medios de comunicación daban a conocer la noticia. Si bien la reina había tenido recientemente algunos problemas de salud, esta misma semana tuvo el ánimo para recibir en el palacio de Buckingham a la nueva primer ministro del Reino Unido, Liz Truss.
Al momento de su fallecimiento la reina tenía 96 años. El deceso de esta mujer extraordinaria que reinó durante 71 años, y que vio pasar 15 primeros ministros en su país y siete papas en el Vaticano, solo me hizo recordar una de las muchas verdades eternas de Dios reveladas en la Biblia: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”, Hebreos 9.27.
Rico o pobre; famoso o desconocido; intelectual o iletrado; gobernante o gobernado; todos tenemos en algún momento una cita ineludible con nuestro Creador. ¿Pondrá nuestros hechos buenos y malos en una balanza para dictar un veredicto? ¿Considerará lo religiosos que fuimos? ¿Tomará en cuenta nuestros ritos, sacrificios y ceremonias? ¿Nuestras buenas obras influirán en él? Nada de esto. Nuestro destino eterno dependerá de la respuesta a una sola pregunta: ¿Qué hicimos con Jesucristo?
Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios; y aunque parezca difícil de creerlo por la distorsión que el pecado ha provocado en nosotros, somos su obra maestra. Y a pesar de conocernos a profundidad Dios nos ama como nadie más podría hacerlo, y por eso envió a Jesucristo en nuestro rescate: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su único hijo Jesucristo, para que todo aquel que crea en él, no se pierda mas tenga vida eterna”, Juan 3.16. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, Hechos 4.11-12. “Jesús dijo a Tomás: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, Juan 14.6
¡Nadie puede ir al Cielo sin Jesús! Decidamos creen en él. Apropiemos su perdón. En la cruz el pagó por todos nuestros pecados. Solo pídele que te salve y que venga a morar a tu corazón.
Alejandro Maldonado
