La reunión que sostuvieron el Presidente y el empresario José Antonio Fernández Carbajal, presidente ejecutivo de Fomento Económico Mexicano (Femsa), parece ponerle fin al conflicto que existía entre ellos.
Hay que recordar, amigo lector, López Obrador en campaña mencionó en diversas ocasiones que el empresario estaba ligado a la política apoyando a los candidatos independientes y por ahí lo nombró como parte de los “traficantes de influencias en México”.
Por su parte, El Diablo Fernández fue identificado como organizador de una coalición empresarial que buscaba detener la llegada de AMLO a la Presidencia en las pasadas elecciones. Trascendió que se conformaba un grupo que buscaría inyectar apoyo a la campaña de Ricardo Anaya.
López Obrador, en campaña, llegó a denunciar la formación del grupo opositor y, muy a su estilo, los asoció con las “redes de poder” que no querían perder sus privilegios con su llegada a la Presidencia.
Y para acabarla de amolar, el aliado de AMLO, para acercarlo a los empresarios de Nuevo León era (y es) Alfonso Romo, que hoy ocupa la Oficina de la Presidencia, y que desde hace muchos años tiene un conflicto familiar y de negocios con Fernández Carbajal, de manera que la oportunidad de acercarlos se veía muy difícil.
A principios de julio pasado, el Presidente se reunió con los empresarios de Nuevo León como un ejercicio de acercamiento, para escuchar sus problemas y para dar certidumbre del rumbo que tomaría la 4T.
Entre los empresarios que asistieron estaban Adrián Sada Cueva, presidente de la Cámara de la Industria de Transformación de Nuevo León (Caintra); Tomás González Sada, presidente del Consejo de Administración de Cydsa; Armando Garza, presidente de Grupo Alfa; Máximo Vedoya, presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero); Gabriel Chapa Muñoz, presidente de Canaco Monterrey; y Federico Pozas, presidente de Coparmex Nuevo León.
Además estuvieron Arturo Gutiérrez Hernández, de Arca Continental; Rodrigo Lobo Morales, de Protexa; Rogelio Zambrano Lozano, de Cemex; Alfonso Garza Garza, de Femsa; y José Antonio Rivero González, de grupo Autlán.
El gran ausente fue José Antonio Fernández, de Femsa, no sabemos si fue porque no quiso ir a la reunión o porque Alfonso Romo no lo invitó, nunca estuvo claro ese asunto.
Finalmente El Diablo dice que pidió la reunión con AMLO y hasta llevó una promesa de inversión muy grande, más de 60 mil millones de pesos, que se gastarán entre 2019 y 2021, seguramente en la expansión de sus tiendas Oxxo, que dan muchos empleos directos e indirectos.
Ante esto seguramente el Presidente puede sentirse contento, los temas económicos no han tenido buenas notas últimamente y este anuncio llega como un refresco entre las estimaciones de bajo crecimiento que tenemos.
Dicen en algunos medios que la reunión se provocó por el anuncio de que AMLO lanzaría una campaña contra la comida chatarra y esto sería un problema en los ingresos de las tiendas Oxxo.
También podría ser detonada por la reciente reunión de AMLO con los grupos sindicales independientes (la 4T piensa transformar el sindicalismo charro).
La verdad, estimado lector, no importa cómo o quién ayudó a que El Peje y El Diablo se reunieran y limaran las asperezas de tantos años, pero podemos celebrar que sucediera, porque la armonía entre los empresarios y el poder es necesaria para la estabilidad del país.
La reunión, sin duda, fue más política que económica aunque en los resultados se anunció la inversión, pero en su comunicado Antonio Fernández aclara: “Tuve oportunidad de manifestarle (al Presidente) la importancia de mantener un diálogo permanente, en el que se pueda conversar con franqueza, identificando coincidencias y manifestando, siempre con respeto personal e institucional, diferencias de puntos de vista”.
Enhorabuena, parece el final del conflicto… o usted, ¿qué opina?