Tras las elecciones en EU, los empresarios de ese país probablemente se lo piensen dos veces antes de invertir fuerte en China, ya que no se descarta que en 4 años llegue a la presidencia otro populista, igual o más duro que Trump, que emprenda una guerra comercial. Las inversiones estadounidenses seguirían saliendo de China a naciones como Vietnam o Myanmar. A México llegarán pocas, los inversionistas tampoco confían en las políticas del presidente López Obrador. La falta de certidumbre no permitirá capitalizar lo que sucede en Oriente.
Se ha perdido confianza en EU.- Los problemas de nuestro vecino son muy complejos. Los retos para reactivar su economía, en un contexto de una creciente pandemia de covid-19 son mayúsculos, por lo que difícilmente Biden será un presidente popular en el mediano plazo. Por ello -y su edad- es probable que pierda las elecciones de 2024 (si busca la reelección). Así, el propio Trump podría buscar regresar a la presidencia, o algún otro populista radical republicano.
Ante este riesgo, los países no tomarán muy en serio el retorno de Estados Unidos a la arena mundial. ¿Si EU regresa al Acuerdo de París será sólo mientras los demócratas estén en la Casa Blanca? ¿O si decide incorporarse al Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífica será hasta que llegue un radical del partido que sea y decida salirse?
La confianza en las relaciones que los países puedan fincar con Estados Unidos se ha deteriorado. Veremos cómo van evolucionando las cosas en el multilateralismo de Joe Biden.
La política del “America First”.- Los problemas económicos para EU continuarán. Su planta manufacturera seguirá cabildeando las políticas arancelarias y no arancelarias que le den protección y le permitan crecer. EU ya se dio cuenta: con la amenaza de aranceles punitivos puede doblar a sus adversarios, por lo que seguirá utilizando esta herramienta para buscar fortalecer su manufactura.
Los tiempos en los que desdeñaba la manufactura y buscaba las maquilas en Asia, han quedado atrás. EU seguirá buscando atraer de regreso a las fábricas y volver a ser una potencia manufacturera. En ese sentido, mantendrá una dura política comercial y cuando algo no le parezca, seguirá haciendo valer su palabra con amenazas.
En su relación con México, la llegada de Biden y la videpresidenta Kamala Harris pondrá una fuerte presión para que los capítulos laborales y ambientales contenidos en el T-MEC se cumplan. La presión para que se fortalezca el sindicalismo y se aplique la reforma laboral en México va a subir de tono.
A manera de conclusión: la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos es una buena noticia para el mundo. Veremos un regreso al multilateralismo y la cooperación, pero el legado de Donald Trump subsistirá, además de que nos queda claro que siempre quedará la puerta abierta para que regrese un populista con un mensaje mesiánico de que resolverá todos sus problemas.
México debe aprovechar la animadversión contra China y entablar una relación de confianza con el nuevo gobierno de EU. No creo que le vayan a cobrar muy caro a AMLO la visita de respaldo político que hizo a Washington el pasado 8 de julio, con el pretexto de la ratificación de la entrada en vigor del T-MEC. Sin embargo, les debe quedar bien claro que ya se acabó el gobierno de Trump que les “solapaba” lo que sucedía en México, mientras que éste le detuviera a los migrantes. Ahora si se le exigirán resultados a México, veremos si el gobierno de López Obrador está a la altura.
* Director general GAEAP
@alejandrogomezt