Cultura

Voces, letras y murales… ¿nuestro arte?

  • Pa'no molestar
  • Voces, letras y murales… ¿nuestro arte?
  • Alejandro Evaristo

Las voces siguen. Ahí están. Son las que sugieren dónde avanzar y qué hacer.

Recuerdo la primera vez que las escuché hace años. Un imbécil me estaba jorobando la existencia y ellas surgieron de la nada.

Me obligaron a ubicar las armas al alcance y la peor de todas era un cuchillo, no porque fuese de esos que se usan en la hora de la comida, sino porque no tenía filo. A mi corta edad pude verlo: de un salto brincaba sobre la mesa y clavaba el cubierto en los ojos del agresor destrozando sus órbitas oculares y obligándole a beber el líquido que emanaba a borbotones de las cuencas vacías. También me ví atravesando una pierna y girando el instrumento lo suficiente para tratar de alcanzar la vena femoral y provocar un desangrado lento que le permitiera observar todo el desprecio y odio acumulados. Incluso imaginaba movimientos de esos que caracterizaban al fallecido maestro de artes marciales y ellas, siempre dispuestas, guiaban el giro en la muñeca para que el metal quedase incrustado precisamente entre la piel y la carne…

Con el paso de los años dejé de hacerles caso, pero no de escucharlas. Después de todo han estado conmigo y, para ser justos, en no pocas ocasiones, me atrevería a decir que salvaron mi vida, pero esas son historias de otras lunas, otras noches y otros tiempos.

Cuando estaba a punto de decidir hacia dónde dirigiría mis pasos en el cada vez más terrorífico futuro cercano, ellas decidieron que lo mío no eran las relaciones interpersonales y susurraron cosas en mi mente que impidieron llegar a tiempo para cumplimentar la inscripción a la facultad de derecho, debí atrasar entonces el trámite y al día siguiente, con la documentación lista y la decisión tomada, alguien tropezó conmigo en las escaleras de acceso al plantel universitario. Ella iba a una carrera que desconocía… terminé por acompañarle durante casi cinco años.

Las voces han estado presentes. A veces hablan de ti, pero murmuran quedo cuando lo hacen. Apenas les entiendo. La mayor parte del tiempo dicen cosas desagradables y las luces golpean con furia mi rostro, pero cuando se trata de ti parecen doblegarse. Creo que les gustas, aunque ignoro si tanto como a mí. En ocasiones escucho apenas cómo me exigen que me acerque nuevamente, que vuelva a besarte y te abrace. Otras quieren tu piel y tu cuerpo, desafortunadamente esas órdenes son difíciles de cumplimentar cuando no se cuenta con los elementos necesarios a consecuencia de la distancia y el tiempo.

Las voces han sido mis compañeras durante años y son las únicas que han aguantado mis parrandas y las soledades y las ausencias. Han tolerado el mal aliento y el cansancio de miles de semanas y millones de segundos y a veces estoy harto de ellas porque no entiendo su absurda necesidad por el rojo y el ocre líquidos.

Yo las atiendo para que no me enloquezcan y desde su surgimiento hasta ahora, no me había preguntado si ellas deben también atender a sus propias voces. Yo creo que sí, pero la realidad es evidente con mi ignorancia.

Ya habrá tiempo de pensar en ello. Ahora debo andar sobre mis pasos y esperar a que callen. Voy a tu encuentro. Ellas dicen que hoy eres especialmente deseable, que nos encanta cómo te sienta el color negro en todo el talle y que quizá deberías acompañarnos y caminar con nosotros.

¿Qué dices?

La recomendación

Menuda y grata sorpresa me he llevado al escuchar Trébol, la primera producción de Elizabeth Valdivieso Gurrión, una joven cantautora originaria del mismísimo Juchitán de Zaragoza, ubicado al sur de Oaxaca, quien es la propietaria de una voz hermosa, hermosa, hermosa.

Ella es una de las pocas cosas que en lo particular puedo agradecer al catolicismo, ya que empezó a cantar en el coro de la iglesia desde los seis años y luego, cuando recibió de manos de su madre su primera guitarra, empezó a crear sus propias composiciones, hasta los 18 años, cuando decidió echar a andar su proyecto como compositora y cantante, así que hizo una fusión de sus apellidos de la que obtuvo Valgur, nombre con el que en la actualidad es conocida y reconocida.

Se ha presentado en diversos escenarios en su natal Oaxaca y también a nivel nacional. Ha obtenido diversos premios, como en septiembre de 2011, cuando obtuvo la “Beca María Grever para Composición de Canción Popular Mexicana”, organizada por el Auditorio Nacional, la fundación Alfredo Harp Helú, el Latinn Grammy, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal y Fundación Azteca, en la que fungieron como jurados personalidades de la talla de Armando Manzanero y Oscar Chávez, así como otros intérpretes ya reconocidos en el país, como Benny Ibarra, Fato y el oaxaqueño Gil Rivera, entre otros.

En diciembre de 2012 obtuvo una mención honorífica por parte de Conaculta, la Fonoteca Nacional, Conabio y Fundación Xqueda por la canción “Soñamos en Zapoteco”, tema infantil que invita a preservar la lengua zapoteca.

Trébol es un material compuesto e interpretado por Valgur con la participación de su hermano Hugo, un multiinstrumentista y arreglista, con el que debutó en 2013. Ha participado en diversos festivales y eventos en diversas ciudades de la República, y se ha presentado en el Lunario del Auditorio Nacional, en el festival Entijuanarte y en la Feria de Chiapas.

Su música es una fusión de géneros entre los que predomina el pop alternativo mezclado con ritmos como son itsmeño, bolero mexicano, jazz, bossa nova, pop latino, rock pop y hasta electrocumbia. Sus letras hablan de aspectos de la vida como el amor, la familia y las situaciones cotidianas, muchas inspiradas en su tierra natal Juchitán, de la cuál se siente tan orgullosa que incluso tiene un tema en zapoteco, su lengua materna.

En youtube encontrará usted Trébol y cada uno de los temas que componen dicha producción. En especial, le recomiendo ampliamente “Miel”.

Lo detestable

Es una pena que unos y otros se presten a tal incongruencia.

El señor presidente de la República (sí, el de la casa blanca, los tres libros, los viajes interminables, las entrevistas a modo en revistas rosas, las reformas cuestionadas, los amigos incómodos, el inglés perfecto y la esposa multimillonaria) estará mañana en tierra hidalguense para “inaugurar” un “mural” grande, macro, chingón pues (al menos eso dicen).

Los especialistas en conflictos sociales, los estadistas de este país venido a menos y las estrellas que se dan el lujo de brillar el día y hora que determinan las circunstancias, han decidido, en Pachuca, que un montón de casas pintadas son una solución de esas básicas, pensadas y fundamentales para disminuir los índices delictivos. Sí, leyó usted bien: pintar las fachadas de las viviendas de una colonia que, dicen, era insegura, activó alguna especie de células de buena ondez y convivencia pacífica entre los malosos de la colonia o barrio de Palmitas y ahora ya no delinquen, al menos no ahí.

Entonces, si como por arte de magia las casas pintadas mejoran el ambiente de una colonia, pues la solución a la ensangrentada época que vive este país sería cubrir de color cada rincón de este México devastado, ¿no? El asunto de la corrupción, la trata de personas, el narcotráfico, la violencia contra la mujer, los secuestros, robos y ajustes de cuentas, quedarían finiquitados ¡por fin! con una sustanciosa capa de tonalidades diversas. Esa es la solución: transformar a México en una especie de cuarto de juegos para niños con colores de hadas y unicornios y pegasos y arco iris y así.

Sí, ya sé que la idea y afirmación es bastante estúpida. De hecho en algún momento pensé que el desprecio por la clase política es tan fuerte que me impide ver las “bondades” de ideas como esa, pero la verdad es que el pleito no es con los creadores, ni con los artistas. El pleito es, para variar, con los sesudos responsables de la administración de los recursos públicos.

Hace algunos días tuve la oportunidad de abordar el tema con Diego Castillo, un artista hidalguense que dice tener una perspectiva pesimista de la cultura. El creador de “Las Furias” comentó que el mural es una buena iniciativa, aunque no deja de ser una propuesta apoyada por una empresa particular, “medio feo y sin una verdadera propuesta plástica”, que solo hace que se vea bonita la colonia.

- Y consideras que esa “obra de arte” en realidad contribuyó a disminuir los índices delictivos en la zona? Pues no. Un asaltante no ve el mural y deja de asaltar. Sólo atrae la atención de la gente. Pero rara vez una obra de arte sirve para bajar la delincuencia. En todo caso el arte sí, pero es un proceso de muchos años…

El arte, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, coincidimos, es quizá la mejor de las facetas del ser humano y una buena oportunidad para sacar a flote precisamente lo mejor de una sociedad, especialmente el mundo de las letras. Leer sí sirve, la literatura sí sirve, pero al mexicano le da hueva leer, comenta el escritor, quien además dice tener una perspectiva pesimista del mundo y más de mi país, pinche país… los mexicanos no tenemos remedio.

Y sí. Lamentablemente, creo, tiene razón…

EMPATÍA

La inevitable necesidad de recordarte en esas sombras…

[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.