Cultura

La necesidad de saciar la sed… con sangre

  • Pa'no molestar
  • La necesidad de saciar la sed… con sangre
  • Alejandro Evaristo

Entre los mineros se hablaba de una presencia oscura que acechaba en los túneles

El imaginario colectivo ha construido seres que desafían la muerte y se alimentan con la sangre de otros para existir. Vampiros les llaman.

Sí, yo también me sorprendí, pero en la tradición oral de Hidalgo hay relatos sobre ellos. Miedo y misterio permean en los pueblos mineros, en la sierra y en los valles, los susurros sobre seres que se alimentan de sangre están presentes.

En la época colonial, los españoles llegaron con sus creencias y supersticiones, entre las que mencionaban a seres que no morían del todo y necesitaban la sangre de los vivos para prolongar su existencia.

En Pachuca, entre los mineros que trabajaban hasta altas horas de la noche, se hablaba de una presencia oscura que acechaba en los túneles. Se dice que algunos cuerpos fueron hallados con heridas extrañas en el cuello y aunque las explicaciones oficiales apuntaban a accidentes o enfermedades, la población nunca dejó de preguntarse si algo más rondaba en las profundidades de la tierra.

Algunos dicen haberse encontrado en las inmediaciones del Panteón Municipal con “algo” cuyos ojos brillaban en la oscuridad; incluso hay quienes se han aventurado a pasar la noche cerca del cementerio y haber despertado con cortes en el cuello, sin recordar cómo los obtuvieron.

Uno de los primeros relatos documentados sobre ello proviene de Tulancingo, en el siglo XVIII, cuando en la región empezaron a hallar ganado muerto con marcas en el cuello y sin una gota de sangre, situación que, con el tiempo, sucedió también a algunas personas que desaparecieron en circunstancias misteriosas y cuyos cuerpos, hallados con posterioridad, presentaban signos similares a los de los animales. Se cuenta que un sacerdote intentó realizar un exorcismo en una cueva donde se decía que la criatura se refugiaba, aunque nunca se supo si logró acabar con ella.

Algo similar pasó en Huasca de Ocampo a finales del siglo XIX, cuando un extranjero llegó a habitar una casona apartada del pueblo y se caracterizaba por no salir de día y evitar la luz del sol. Luego, con el tiempo, algunos animales comenzaron a aparecer muertos y varias personas desaparecieron sin dejar rastro. Entonces los habitantes fueron a confrontarlo, pero solo encontraron su casa vacía y un ataúd en el sótano. Atemorizados y entre gritos de horror, quemaron todo, convencidos de que habían erradicado la amenaza, pero hay quienes, a la fecha, afirman que en noches sin luna se pueden ver sombras desplazándose por los restos de la antigua propiedad.

Otra historia nos remonta a Real del Monte, cuando los trabajadores de una mina en la década de los cincuenta, durante una excavación, hallaron un ataúd sellado con cadenas en una tumba sin inscripciones y, cuando lo abrieron, se encontraron con un cadáver en perfecto estado de conservación. Días después comenzaron a circular historias sobre una figura alta y delgada que merodeaba en la oscuridad y los mineros decidieron regresar al sitio y prender fuego a los restos.

También Zimapán tiene lo suyo... y más recientemente. En 2017, en un rancho cercano a ese municipio, varios campesinos encontraron a cabras muertas en circunstancias extrañas pues tenían marcas en el cuello y en sus cuerpos no había gota de sangre. Algunos decían que se trataba del tristemente célebre chupacabras, pero otros, de mayor edad, afirman que era un vampiro y llevaba generaciones rondando en la zona.

Estos relatos han sobrevivido a través de generaciones y aunque no hay evidencia que respalde su existencia, el temor a lo desconocido sigue vigente.

Para algunos son solo mitos nacidos del miedo a la oscuridad, de los relatos de viajeros o del deseo de dar sentido a muertes inexplicables. Otros, sostienen que la verdad se esconde entre las sombras, en cuevas abandonadas, minas olvidadas o antiguas casonas en ruinas.

En las noches más silenciosas, cuando la luna ilumina apenas los caminos, algunos aseguran que han visto figuras moverse con rapidez inhumana o han escuchado susurros en el viento. Para los escépticos, no son más que supersticiones. Para quienes han sentido su presencia, son un recordatorio de que algunas historias no son solo leyendas.

El temor a esos seres permanece a pesar del tiempo. La posibilidad de que algo más habite en la oscuridad sigue siendo suficiente para que muchos eviten ciertas rutas por la noche y cierren sus ventanas al dormir.

Esos relatos son parte de una tradición, de una creencia que se niega a morir y está ahí, oculta en la sombra, en espera de saciar la sed de sangre…

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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