México tendrá por primera vez en su historia una presidenta. Lo cual no significa que en automático las cosas mejoren para las mujeres en el país.
El viernes es 8 de marzo y como cada año recordaremos pendientes, habrá reclamos y se harán compromisos para que las mujeres dejen de ser relegadas, agredidas, abusadas, violadas y asesinadas en México.
Aún falta mucho por hacer, y entender, para que las cosas cambien, pero al menos este año se dará un primer paso para que desde la Presidencia de la República, el puesto de más alto poder, una mujer comande los esfuerzos para garantizar menos riesgos, más respeto y equidad para las mujeres.
El fin de semana estuve con Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum. Acompañé sus actividades de arranque de campaña en dos entidades del país: Ciudad de México y Jalisco. Ambas candidatas están convencidas de que, por ser mujeres, su llegada a la Presidencia provocará un cambio y atenderán las necesidades de todas ellas: madres de familia, estudiantes y profesionistas.
Sheinbaum tiene en su diagnóstico lo que falta hacer por ellas, pero al mismo tiempo debe defender los avances de la llamada cuarta transformación. Distanciarse del presidente López Obrador no está en sus planes porque lo admira, le trae réditos y votos. Aunque algunas candidatas de Morena ya lo han hecho, por ejemplo, proponiendo regresar las estancias infantiles.
Gálvez empuja un mensaje contra la inseguridad y la violencia como principal preocupación de la ciudadanía por resolver. Sostiene que las madres que tienen hijos desaparecidos van a ser atendidas y que logrará un México sin miedo para todas ellas. Sin embargo, no le es fácil desprenderse de la estrategia implementada por el PAN con Felipe Calderón, cuando la violencia se desató en el país.
En sus mítines ellas sí son las protagonistas, pero no hacen a un lado a presidentes o líderes políticos que las acompañan y respaldan sus candidaturas.
Los mítines de Morena siguen siendo iguales a los que AMLO encabezó en tres campañas seguidas; su nombre e imagen son la bandera del movimiento. A Sheinbaum le confían su apoyo, pero le insisten “no nos vayas a fallar”. Eso, me dijo, ya la ha marcado estos primeros días de recorrido.
En los mítines de los partidos de oposición, los hombres que los presiden se paran el cuello, toman el micrófono y buscan salir en la foto. Gálvez les sonríe pero los ignora; su prioridad, me dijo, son las víctimas de la violencia, cuyas historias ya la han marcado en estos primeros días de campaña.