De manera frecuente colegas nutriólogas me preguntan qué hago dentro de una asesoría de salud con mis pacientes. Si bien soy nutrióloga de profesión, mi asesoría no está centrada en la dieta de las personas, sino que, mediante un estudio genético y evaluación de su estilo de vida, les ayudo a encontrar los puntos débiles en los cuáles deben enfocarse a mejorar para construir un envejecimiento saludable.
¿Todos los nutriólogos, o profesionales de la salud, deberían hacer esto? En realidad, no. Cada uno tiene una especialidad en la que se enfoca y sobre la cual puede ayudar a las personas. En mi caso, envejecimiento saludable mediante estudios genéticos, mi rol es ayudarle a los pacientes a encontrar las muletas que los mantendrán con salud el resto de su vida.
Cuando hablo de una muleta, hago referencia a una persona que se ha fracturado la pierna. Si bien su pierna no funciona en ese momento, las muletas le aportan la fuerza para seguir en movimiento. Una muleta es una ayuda externa que balancea aquello que por genética, estilo de vida o enfermedad, te hace falta. Todos necesitamos una muleta, y utilizarla nos cambia la vida para siempre.

Un ejemplo, genético, son aquellas personas que por mutación en un gen llamado MTHFR requieren un suplemento de vitamina B9 especializado para disminuir su riesgo a formar trombos y tener un infarto. Una muleta que pueden utilizar para evitar una muerte prematura es la suplementación, y otras que le ayudarán es saber que el cigarro les puede ocasionar infartos antes de los 60 años y que usar medias de compresión cuando viajen por avión evitará que se forme un coágulo en sus piernas. Tan sencillo como conocer un gen y aplicar estos consejos de forma constante, llevará a una persona a tener un envejecimiento saludable, evitando la muerte prematura que este gen puede ocasionar.
Otro ejemplo, el cual admiro mucho, es mi amiga Daniela. Ella padece dolor crónico a raíz de una enfermedad llamada “Síndrome de dolor regional complejo”, este es el tipo de dolor más fuerte que alguien podría experimentar, no tiene cura y es constante. Daniela, en su búsqueda de cómo controlar semejante sufrimiento se dio cuenta que nadar en agua fría le ayudaba a calmar los síntomas de manera notoria. La muleta de Daniela es nadar en agua fría, todos los días, varios kilómetros. Aún y que ella tiene una enfermedad crónica que la lleva a sufrir, ha encontrado una muleta que, si se utiliza a diario, aumenta su calidad de vida.
Haciendo una reflexión de forma reciente sobre este tema, puedo asegurarte que todos necesitamos una muleta, y quizá esta cambia según nuestra etapa de vida o la vamos a requerir siempre. Quizá esa muleta la veremos en un inicio con enojo y nos rehusemos a ella porque representa una deficiencia o malestar en nuestra vida que nos parece una injusticia tener: quienes viven con dolor y requieren ciertos ejercicios, gente con depresión y necesita medicamento, personas con diabetes y su muleta son alimentos específicos que protejan su organismo, otras personas (como yo) que si no dormimos temprano desencadenamos dolor de cabeza incapacitante, etc. Pero ¿qué otra opción tienes? Esa pregunta se la hago a mis pacientes cuando analizo su genética y estilo de vida, pues los genes predicen el futuro en la salud de las personas, pero son ellos con el uso de estas moletas quienes pueden prevenir lo que su ADN tiene preparado. Todos necesitamos una muleta para vivir más y mejor, y mientras más pronto la encontremos mejor.