
Se nota cuando la gente hace ejercicio, a todas las edades. Los niños que desde pequeños realizan actividad física suelen ser más alegres y tener una motricidad fina y gruesa más desarrollada. Los adolescentes que están enrolados en actividades deportivas tienen menos tendencia a la depresión y uso de sustancias adictivas. Los adultos que continúan haciendo ejercicio, son personas con un mejor desempeño en su trabajo, así como mayor tolerancia a la frustración, y por último, los adultos mayores que continúan activos son más independientes y sus funciones cognitivas están mejor preservadas. Entonces, ¿por qué ante la buena evidencia de sus beneficios, no estamos haciendo ejercicio? ¿Cómo es que movernos nos programa para una vida de salud?
Nacemos con la necesidad de movimiento, es el estado natural de los niños y lo que más disfrutan, pero los adultos lo impedimos. Las escuelas (ya obsoletas en su enseñanza) lo hacen obligándolos a estar sentados la mayor parte de su mañana, que es cuando el cuerpo tiene más energía para sus actividades. Después, conforme vamos creciendo dejamos el movimiento a un lado por diferentes razones, pero las que más predominan son la falta de espacios públicos para ello, la inseguridad que vivimos en nuestras calles y, la peor de todas, que solo relacionamos el ejercicio con la pérdida de peso y renunciamos a él cuando no logramos esta meta. Esta última razón para dejar de hacer ejercicio es la que prevalece en la edad adulta y entonces vemos el ejercicio como una calle de un solo sentido que solo sirve para mover un número en la báscula, cuando en realidad el movimiento es más que eso, el movimiento programa la genética para la salud. Cuando el cuerpo se acostumbra al movimiento comienza una serie de cambios a nivel genético donde predomina la función de genes relacionados con la longevidad y se inactivan muchos relacionados con la enfermedad.
Cuando a un niño, desde edad temprana, se le permite realizar actividad física, aprende a conocer su cuerpo y todo lo que es capaz de hacer con su fuerza y elasticidad. Se le enseña que para llegar hasta donde él desea, solo necesita de su cuerpo y movimiento. Debemos aprovechar que durante la infancia el cerebro se desarrolla a alta velocidad y se van formando conexiones neuronales mediante la asociación de actividades y actitudes (si hago esto, me siento así), pues el ejercicio permite que estas asociaciones sean positivas. Si desde pequeños relacionan la actividad física con felicidad, tranquilidad, esparcimiento y convivencia, cuando crezcan y necesiten estos sentimientos para hacer frente a cualquier adversidad, se refugiarán en el ejercicio para obtenerlas, en lugar de buscarlo en adicciones (para sentir una falsa felicidad), grupos delictivos (buscando pertenencia) o caer en alguna depresión (por falta de herramientas para hacerle frente).
El costo beneficio de realizar actividad física es mejor que el que se paga por el sedentarismo (falta de actividad física). Todo cuesta en esta vida, solo hay que escoger cuándo queremos pagar las facturas: si todos los días con un poco de trabajo realizando al menos 30 minutos de caminata diaria y ejercicios de fuerza; o, en la edad adulta con un interés mayor teniendo que pagar ahora fármacos para diabetes, enfermedades cardiovasculares, y usando auxiliares de movimiento como bastones o andaderas. Hacer actividad física es someter el cuerpo a estrés, pero éste es controlado y limitado pues tú lo decides y manipulas; por otro lado, la enfermedad también somete a tu cuerpo a estrés, pero en éste quien lleva el control de la intensidad y duración es la enfermedad. Sin embargo, si tu cuerpo ya se ha sometido a estrés controlado constante por medio del ejercicio, le será más fácil hacerle frente a una enfermedad pues está “entrenado” para soportarlo y este es el verdadero valor del ejercicio, al menos para quienes no somos atletas de alto rendimiento. Nos entrenamos para vencer al rival más grande de nuestra vida: las enfermedades.
Realizar actividad física, entonces, no sirve para mover el número de la báscula y si lo haces con esta intención es probable que tires la toalla pronto. Cuando realizas ejercicio mejoras todo en tu vida: tu ánimo incrementa por las endorfinas que generas y nadie termina una sesión de actividad física arrepentido de haberla hecho. También tu ciclo de sueño mejora, duermes más profundo pues tu cuerpo comienza a programar un sueño más reparador que logre soportar el estrés de realizar más movimiento. Cuando haces ejercicio, te comienzas a rodear de personas que tienen la misma visión de salud que tú, que te apoyan, te dan tips para mejorar y hacen equipo contigo con la única intención de que te conviertas en tu mejor versión.
El sentido de pertenencia y comunidad que se genera a partir de comenzar una actividad física es lo que causa que las personas formen un hábito que dure para siempre. Sentir que perteneces a una comunidad, que alguien cuida de ti y que tu eres importante para los demás te dará más años de vida, ya que hoy se sabe que para tener salud lo que más necesitamos son relaciones de calidad. Busca hacer ejercicio, nunca es tarde para empezar. No te digo que será fácil porque tu cuerpo no va a querer someterse a estrés todos los días, pero si te digo que valdrá la pena porque eso te dará más años de vida que cualquier otra actividad, y si tus papás te orillaron a hacerla desde que eras pequeño, voltea y agradéceles porque su sacrificio te ha dado la oportunidad de vivir más y mejor.