En la política, las relaciones suelen ser como castillos de arena cuando se construyen con prisa y a la primera ola se desmoronan. Y en Puebla, la marea ya comenzó a subir.
Apenas van dos meses de gobierno y Alejandro Armenta ya le lanzó su primer misil al ex mandatario Sergio Salomón Céspedes, después que la rehabilitación del Complejo Museístico La Constancia dejo ver los vicios ocultos. El ahora gobernador denunció presuntas irregularidades en los 50 millones de pesos que se usaron para restaurar el emblemático sitio, reinaugurado hace apenas cuatro meses.
“No somos tapadera de nadie”, dijo Armenta con su característico tono de firmeza. Pero en política, cuando alguien dice que no hay persecución, es porque ya hay a quién corretear.
El golpe tiene varias aristas. No solo implica un cuestionamiento directo a la gestión de Céspedes, sino que también alcanza a quienes fueron piezas clave en su gobierno. Dos nombres saltan a la vista: Anel Nochebuena, quien era la directora de Museos y Aimeé Guerra, quien encabezaba el complejo museístico. Ambas funcionarias, en su momento, fueron cercanas al ex gobernador sustituto y ahora quedan en medio del torbellino.
Pero Céspedes no solo enfrenta fuego cruzado por la obra en cuestión. Su futuro político pende de un hilo. Se hablaba de su inminente llegada al gabinete de Claudia Sheinbaum, pero su nombramiento sigue empolvándose en algún escritorio de la Ciudad de México. La opción del Instituto Nacional de Migración, que sonaba como su plan A, parece cada vez más lejana. Su margen de maniobra se reduce con cada día que pasa y en la política, lo peor que le puede pasar a un jugador es quedar inmóvil.
Mientras su estrella se apaga, algunos de sus ex colaboradores también enfrentan turbulencias. Yadira Lira, quien fuera su directora en el INPODE, tiene medio pie fuera del gabinete de Armenta en Turismo.
Pero en política, mientras unos caen, otros se acomodan. Olivia Salomón, ex secretaria de Economía, sacó premio tras ser nombrada directora de la Lotería Nacional lo que le garantiza mantenerse en el radar de la política nacional, mientras otros intentan encontrar una tabla de salvación en medio del naufragio.
Armenta ha demostrado que no llegó a administrar inercias, sino a mover piezas y redefinir equilibrios.
Y en el tablero de la política, cada jugada tiene su costo.