La brutal golpiza al joven Ernesto Calderón durante la noche del 9 de septiembre en Puebla, que esta semana ya deja dos agresores vinculados a proceso por delitos de lesiones calificadas y discriminación, conlleva una reflexión profunda sobre sus causas y manifestaciones. El Tecnológico de Monterrey y la Universidad Anáhuac condenaron el ataque y expulsaron a los estudiantes implicados.
Estas noticias en México deben ser exploradas también por un factor influyente pero a menudo subestimado: la relación entre la violencia y los medios de comunicación. En la era moderna de la información, los medios desempeñan un papel esencial en la construcción de la percepción colectiva y la influencia en los valores de la sociedad. Los medios privados, con su alcance y presencia masiva, han contribuido en gran medida a la configuración de la mentalidad mexicana. La proliferación de contenidos que promueven el consumismo ha llevado a una cultura de aspiración material que puede alimentar la violencia. Programas de televisión que ensalzan el lujo y el materialismo han ocupado un lugar prominente en la programación mediática, lo que puede fomentar una obsesión por la riqueza y la ostentación. Por ejemplo, las narcoseries, pueden contribuir a una percepción glamorosa de la delincuencia, siendo la población más joven la más vulnerable de esta expresión.
No obstante, no se trata de apuntar únicamente a los medios de comunicación por la violencia en México. Es un fenómeno complejo con múltiples factores interconectados. Sin embargo, es innegable que la influencia mediática contribuye a la conformación de actitudes y valores sociales. En lugar de ser consumidores pasivos de este contenido, es fundamental que los ciudadanos ejerzan un juicio crítico y cuestionen cómo estas narrativas influyen en su percepción de la realidad y en su relación con la violencia. Esto no significa desentenderse de los medios de comunicación, sino ser conscientes de su poder y capacidad para moldear la opinión pública. Una adecuada selección de información por parte de nosotros, los consumidores mediáticos, puede contribuir a una sociedad más informada y resistente a las narrativas perjudiciales. En este contexto, es relevante destacar la importancia de aquellos medios de comunicación públicos que tienen un compromiso.