Las veinte reformas enviadas al Congreso por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se insertan en un contexto regional de constante evolución constitucional. A diferencia del resto del mundo, América Latina ha experimentado una frecuencia inusual de procesos constituyentes, habiendo producido el mayor número de cartas magnas entre 1900 y 2015. México se posiciona como una excepción dentro de la región.
El dinamismo constitucional en la región, con aproximadamente 200 cartas magnas promulgadas, refleja una característica distintiva de su vida política, con un promedio de diez por país. Venezuela se destaca con más promulgaciones, mientras que Argentina tiene el menor número. México, con su Constitución de 1917, ostenta la carta magna más antigua en vigor, un testimonio de su capacidad para adaptarse a los cambios a través de reformas en lugar de la promulgación de una nueva constitución. Este hecho cobra relevancia al considerar que algunas naciones latinas llevan más de 20 constituciones.
Es común elaborar una nueva constitución al pasar de un gobierno autoritario a uno democrático, pero también la demanda de cambio puede responder a la necesidad de incorporar reformas democráticas profundas, que no pueden pasar por una simple enmienda ni implementarse por interpretaciones judiciales.
Si bien las reformas mexicanas enviadas no representan un cambio constitucional completo, sí abarcan temas relevantes como la Guardia Nacional, el litio, el Poder Judicial y la reelección. Esto responde a la tendencia global de actualizar los marcos legales y constitucionales en función de las diversas necesidades políticas, sociales y económicas.
No hay duda de que México se encuentra en un momento crucial para reflexionar sobre su futuro. En palabras de Julio Menchaca, gobernador de Hidalgo, es un paso adelante para tener un marco constitucional adecuado al tiempo que vive México.
Algunos constitucionalistas argumentan que la Carta Magna de 1917 ya no refleja las necesidades de la sociedad actual, pues fue producto de un contexto histórico específico: la Revolución Mexicana. Además, consideran que las reformas realizadas a lo largo de los años han sido parches que no han logrado solucionar los problemas de fondo, como la corrupción, la desigualdad social, la pobreza o la impunidad.
En este sentido, las reformas propuestas en México pueden verse no solo como un esfuerzo por actualizar el marco legal, sino como parte de un proceso continuo y necesario de mejora continua de los marcos constitucionales y legales que caracteriza a América Latina en su conjunto.
La constante evolución de las constituciones y leyes latinoamericanas no solo refleja nuestra turbulenta historia política, sino también la incansable búsqueda de un mejor funcionamiento democrático y una mayor justicia social. Es importante concluir que estos procesos son complejos y requieren de un amplio consenso social, por lo que a participación activa de los mexicanos será fundamental.