Política

México no está al servicio de EU

Roma. Mientras Donald Trump niega complicidad entre su equipo de campaña y el gobierno ruso, el presidente adopta precauciones legales para evitar ser incriminado.

Contrató a un abogado privado para su defensa, quien le ha aconsejado dejar de reaccionar por medio de Twitter cada vez que surgen nuevos indicios en su contra. Pero no hace caso.

El presidente también desmintió haber obstruido la justicia pero actúa como si tratara de ocultar algo.

Amenazó con girar instrucciones para despedir a Robert S. Mueller III, el fiscal especial del Departamento de Justicia, tal como lo hizo con el ex director del FBI James Comey.

Trump solito alimentó las sospechas de coaligarse con los rusos al haber cesado a Comey, a quien le insinuó cerrar la investigación y le exigió absoluta lealtad.

Desde que escribí el 20 de mayo en esta columna sobre “El inevitable colapso de Trump”, el conflicto ha empeorado y no parece revertirse.

Ahora hay en el Congreso cuatro comités investigando el asunto del Rusiagate: dos en el Senado y dos en la Cámara de Representantes.

Aunado a lo anterior, el fiscal Mueller informó que Trump es objeto de la investigación, como también lo es el consejero presidencial y yerno predilecto, Jared Kushner.

Ahora el yerno está en la mira de los agentes del FBI por pedir financiamiento a un banquero ruso para la compra de un rascacielos en Nueva York.

Las contradicciones de Trump parecen acorralarlo en un callejón sin salida. Está furioso. Sabe que su presidencia está lastrada por el escándalo, cuando todavía faltan más de tres años para el fin de su cuatrienio.

Trump podría recurrir a actos espectaculares, de gran impacto, para frenar su decreciente popularidad, que pondrían en peligro la estabilidad mundial.

Me refiero a un ataque masivo al ISIS en Siria, el bombardeo de instalaciones nucleares de Irán o la represalia a Corea del Norte por sus provocaciones. Sería una locura.

La pesadilla de Trump no aflige solo a México, sino a casi todo el mundo, excepto a Rusia.

En la próxima cumbre del G20 habrá gran expectativa por la primera reunión entre Trump y Putin. Se espera que Vladímir defienda a su amigo Donald y niegue cualquier coalición entre ambos.

Posdata

El secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, reiteró que México tiene una responsabilidad compartida con Estados Unidos en Centroamérica en asuntos de seguridad.

Fue simbólico el lugar que escogió para mostrar su entreguismo. Lo hizo en Miami, Florida, estado donde se encuentra la sede del U.S. Southern Command (Southcomm), cuyo mandato es reforzar la seguridad militar de Estados Unidos en América Latina desde el río Bravo hasta la Patagonia. Miami es conocido por estar bajo la influencia de los republicanos de origen cubano más conservadores y críticos de México.

El presidente Peña Nieto aprobó la propuesta de Estados Unidos de militarizar la frontera sur con Guatemala, precisamente con el apoyo del Southcomm, para impedir la migración de centroamericanos bajo la coartada de combatir al crimen organizado e impedir que lleguen a la frontera con la Estados Unidos, tanto migrantes como drogas procedentes de América Central.

Antes, México cedió soberanía al permitir el uso de armas de fuego por parte de agentes antinarcóticos de la DEA y del FBI, que participan armados en operativos junto con fuerzas de seguridad mexicanas. También operan armados en territorio nacional agentes aduanales estadunidenses con el pretexto de agilizar el comercio, práctica de facto que amparó con una ley el ex canciller José Antonio Meade.

¿Será que por eso Videgaray y Meade caminan juntos desde hace casi 30 años?

México siempre se opuso a identificar el fenómeno de la migración indocumentada como un problema de seguridad nacional. Ahora somos abyectos promotores de la aberración, cuyas consecuencias serán onerosas para los intereses nacionales.

Videgaray adoptó como propia la política militarista de Trump. Trata de justificar, con la tesis de responsabilidad compartida, que la vigilancia de nuestra frontera con Guatemala y Belice la realicen elementos de la Fuerza Aérea y del ejército de Estados Unidos de manera conjunta.

México gozaba de prestigio internacional por ejercer frente a Estados Unidos una política exterior digna y relativamente independiente en Centroamérica, como lo demostró la defensa que hizo Porfirio Díaz del presidente depuesto de Nicaragua, José Santos Zelaya; el asilo concedido por Emilio Portes Gil al general nicaragüense Augusto César Sandino; la oposición al golpe contra el presidente guatemalteco Jacobo Árbenz; el reconocimiento a la guerrilla salvadoreña y la creación del Grupo Contadora.

El Estado mexicano se debilita cada vez más. No solo por la incapacidad de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, sino ahora por entregar, de manera voluntaria y unilateral, a un Estado extranjero, la responsabilidad única e indivisible, nunca compartida, de controlar una frontera que no comparte.

El 25 de febrero, en este espacio, denunciamos la intención de Videgaray de ceder soberanía. Ahora es un hecho. Y todo a espaldas de la nación, con un Congreso mexicano complaciente. La historia los habrá de juzgar.

México no está al servicio de Estados Unidos, ni siquiera para renegociar el TLC.

@AGutierrezCanet

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Agustín Gutiérrez Canet
  • Agustín Gutiérrez Canet
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  • Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación (U. Iberoamericana). Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002). / Escribe todos los jueves su columna Sin ataduras
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