El santo que abandonó la riqueza para vivir en la pobreza escenificó en 1223 la fiesta de la Natividad en una cueva en Greccio, uno de los pueblos más bellos de Italia, enclavado en la montaña.
San Francisco de Asís celebró con una escena en vivo la misa de gallo y al colocar entre un burro y un buey, un pesebre cubierto de heno. La tradición dice que durante la misa habría aparecido en la cuna un niño que el santo cogió en brazos. Así nació la tradición del Nacimiento que los franciscanos introdujeron en México.
Para evangelizar, en 1528, fray Pedro de Gante junto con otros misioneros del convento de San Francisco, en lo que es hoy la esquina de Madero y Eje Central, impulsaron las pastorelas sobre el nacimiento de Cristo, introdujeron la piñata y las posadas, y fomentaron los nacimientos de barro.
Así inició, hace cinco siglos, la peculiar forma de celebrar en México la Navidad, con características propias, fusión de dos culturas.
El Nacimiento o Belén se desarrolló en una variedad de interpretaciones por parte de diversos pueblos indígenas como los purépechas de Michoacán, los otomíes del Estado de México o los zapotecos de Oaxaca, entre otros.
Destacan los tradicionales nacimientos de barro o de madera elaborados a mano por artesanos de Tlaquepaque, de fama mundial. Jalisco donó al Vaticano una obra de gran tamaño, tallada en cedro por el escultor Agustín Parra. Se trata del conjunto formado por la Virgen, San José, el Niño, los tres Reyes Magos, pastores, ángeles, borrego, vaca, y el ángel de anunciación a los pastores.
Desde hace 25 años, se realiza un concurso nacional de nacimientos, organizado por el Fonart y el Fomento Cultural Citibanamex, donde se premian las mejores obras de artesanos de todo el país.
El poeta tabasqueño Carlos Pellicer escribió “Cosillas para el Nacimiento”, un conjunto de poemas navideños escritos a lo largo de varios años y exhibía anualmente un Nacimiento en su casa en Las Lomas.
Cuando era joven, el poeta viajó en 1928 por Italia, desde donde escribió varias cartas a amigos y familiares, más tarde recopiladas en un libro.
Al respecto, el doctor Álvaro Ruiz Abreu de la UAM indicó, en el artículo Pellicer y su poética del viaje, que en algún tramo en Italia “Pellicer caminó descalzo, y tratando de imitar a Cristo, en el Cristo que creyó como ser de carne y hueso que ayuda a los demás, protege a los desvalidos y regala amor en nombre de una idea, y logra una revolución”.
En la visita a Asís, “culminación espiritual” del viaje del poeta a Italia, Ruiz Abreu afirmó:
“Pellicer no se hace franciscano en Asís; va allá a la confirmación de su tesis sobre San Francisco, al que considera un hombre de su tiempo, un propagador del comunismo antes de Marx”.
Y el académico recuerda que cinco años antes, Pellicer había escrito:
“Porque mi América y el comunismo de Francisco de Asís, resolvieron en el vaso de mi abismo mi principio y mi fin”.
Llama la atención cierta afinidad en el discurso de Andrés Manuel López Obrador a favor de los pobres y la admiración a Jesucristo con el pensamiento político-religioso de Pellicer.
Influencia originada porque el joven López Obrador fue discípulo y ayudante en la campaña electoral del poeta tabasqueño para ser senador por el PRI en 1976.
@AGutierrezCanet