México es un país con una infraestructura turística tremenda, enorme. Y eso sin tomar en cuenta las posibilidades, los sitios que aún están por descubrirse y a los que les falta desarrollo. No te lo acabas. Yo estoy en ese medio porque soy restaurantero y por eso el tema es de suma importancia e interés. Reconozco el potencial y entiendo que se debe invertir mucho más tiempo y dinero en el turismo y que no solo es un tema económico, sino de imagen.
Y a ese respecto hay un problemilla. Me llega un correo de la embajada de los Estados Unidos. Es un warning, una advertencia. Dice lo siguiente:
“En respuesta a reportes sobre actividades criminales exacerbadas, las autoridades mexicanas han incrementado la vigilancia policial sobre la carretera 85D en Tamaulipas y Nuevo León. Tamaulipas posee un nivel de seguridad 4 –no viajar por concepto de crimen y secuestro, actividad notable por parte del crimen organizado, que incluye enfrentamientos armados, robo a mano armada, robo de autos, desapariciones forzadas, secuestro, extorsión y asalto sexual–. Estas actividades son comunes en la frontera norte de Tamaulipas y Ciudad Victoria. Los grupos criminales actúan sobre autobuses de pasajeros así como automóviles particulares que viajan a través del estado, asaltando a pasajeros y secuestrándolos a cambio de dinero”.
Así se revelan noticias de familias enteras secuestradas en el tramo de Monterrey a Nuevo Laredo. ¿Quiere hablar de Michoacán? ¿Y qué tal si nos vamos a Veracruz? De Chihuahua ni se diga. De Cancún y toda la Riviera maya se tiene que decir que, siendo uno de los focos turísticos con mayor densidad y flujo, solo es lógico ver que se trata de una plaza de enorme importancia económica para el narco y que deba darse un cierto entendimiento –y hasta cooperación– con las autoridades.
Nuestro país tiene agua por los dos lados, mucha. Chingos y chingos de kilómetros de playa. Sí, hay otros sitios con atractivos propios, pero quiero concentrarme en las playas. Hoteles grandes, hoteles boutique, cabañitas y ecoturismo, aunado a un desarrollo gastronómico responsable y que resalte los valores de la cocina regional pueden generar trenes de dinero, trabajo e impacto cultural. México puede ser el destino de playa del mundo, pues tenemos ecosistemas muy variados y para todos los gustos. El turismo inteligente puede abrir a México al mundo y mostrar otra faceta fuera de la que presenta de un paquete feliz de clichés, una que retrate lo que en realidad somos. Y pues ese es el problema, porque lo que verdaderamente somos es todo este desmadre de narcos, corrupción y desastres ecológicos. Se tiene todo para ser una súper potencia turística y cultural, pero estamos dando nuestra peor cara.
Un pariente que vive en Texas comenta que hace muchos años un grupo de motociclistas se dedicaban a asaltar pequeños pueblos y automovilistas en las carreteras. Luego de meses de barricadas e intentos infructuosos por detenerlos, decidieron enviar un helicóptero armado y tan pronto los detectó en una brecha rústica, los masacró a todos. Asunto arreglado. Yo siento que ya es hora de aplicar medidas extremas para enderezar este problemita que tenemos. Porque, ya para cuando el país vecino manda correos pidiendo a sus ciudadanos no viajar por algunas carreteras y extremar precauciones por secuestro, robo, enfrentamientos armados y violación, algo anda muy jodidamente mal. Ah, y agréguenle el covid.
Puta madre, ya nomás de pensar en vacaciones bajo estos escenarios prefiero quedarme en mi casa y armar una carnita asada.
Adrián Herrera