Cultura

Trece años

Ya cumplo 13 años con esta columna que lee. El tiempo gana en calidad, no en volumen, pero el oficio se crea con tesón; son alrededor de 670 artículos, y eso me ha permitido evolucionar de una manera insospechada. Le explico: cada quien tiene sus dificultades, trabas y limitantes. Para mí, construir un oficio ha sido, desde siempre, mi gran agobio. Porque soy muy distraído y además, hiperactivo: quiero hacer todo y al mismo tiempo. Tiendo a dejar las cosas empezadas o a la mitad. Pero no aquí. El desarrollo de un oficio te exige calma y disciplina, y a fuerza de estarlo haciendo, él solo te va moldeando. Así se demuestra que lo que hacemos termina por influir en lo que somos. Este intercambio de tensiones y silencios es lo que logra que un escritor encuentre no una manera de decir las cosas (el estilo se adquiere poco a poco), sino plantear aquello que pueda ser trascendente para él y para quienes lo leen: buscamos crear un efecto.

Cuando escribo sobre mí mismo o vierto una opinión personal, lo hago bajo el supuesto de que hago alusión a algo más general. Sí: somos egoístas y tendemos a hablar de la manera en que vemos las cosas y en el fondo queremos que todos estén de acuerdo con nuestro punto de vista, pero como ya dije, eso está por encima, ocultando lo que verdaderamente revelamos.

Me preguntan si lo que escribo es opinión, ensayo, vivencias u ocurrencias. Contesto lo que es: lo que publico son escriciones, es decir, una mezcla volátil y orgánica entre escritura y secreciones. ¿Qué tipo de secreciones? De todas de las que es capaz de producir el cuerpo y la mente. Hay de todo. No me especializo en un tema: yo soy el tema. Escribo lo que vivo, pienso, siento, deseo. Escribo sobre lo que le pueda ser de provecho a quien sea. También sobre lo que temo, lo que me emputa; sobre los huecos sin sentido que se abren de repente en mi cotidianidad, las sorpresas, los odios y resentimientos que cada cuando salen de sus madrigueras y me asaltan a mitad de camino, sobre mis viejas cuitas con la Iglesia y la religión, mi lucha contra la estupidez, la irracionalidad, la pereza mental, el fanatismo y la mojigatería. No escribo sobre política, porque ni me gusta ni le entiendo. Tampoco me meto con los deportes, porque tampoco me gustan. Y nunca me ha gustado escribir sobre las cosas que acaban de suceder, porque creo que cualquier fenómeno necesita tiempo después de ocurrido para entenderlo mejor, así que mejor me espero y no me precipito.

Trece años. Los mismos que tienen mi hijo mayor y mi restaurante; 13. Ese número no debería existir, ¿o sí? Lo digo porque ni en los aviones hay fila 13 ni en los edificios aparece tal número en el elevador. En efecto: ya he escrito en este espacio sobre esa pendejada. Y pese a mis esfuerzos por erradicar semejante superstición no he logrado que reinstalen el número en su justo lugar, y muy a pesar de los matemáticos (los más afectados por esta conducta), el 13 sigue siendo excluido, desterrado a un mundo peligroso, sospechoso y angustiante. Sin embargo, existe.

Yo voy a seguir escribiendo. Escribir es un acto fundamental para la libertad. Hay incontables ejemplos en la historia sobre escritores censurados, encarcelados y ejecutados, y de libros prohibidos y puestos a disposición del fuego. Tener esta columna es, bajo esa consideración, un lujo, un privilegio, una oportunidad. Nunca demos por hecho que siempre será así.

Algunos me leerán; se quedarán en esta pequeña y discreta casa de quejas, rebuznos e imprecaciones. Estarán o no de acuerdo, qué importa: hay que establecer un diálogo. Otros, curiosos –o morbosos– pasarán a asomarse, y otros más, transeúntes distraídos, abstraídos y despreocupados echarán apenas una mirada fugaz: mirones de paso, nada más. Y habrá muchos que, deambulando de manera sospechosa, pasarán de largo, echando la mirada hacia el lado contrario, para no abochornarse con las ebulliciones, efervescencias y purulencias que allí ocurren.

Pásele joven, porque yo voy a seguir escribiendo. Puede opinar, sin compromiso. Nos leemos la próxima semana, como todos los viernes.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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