Cultura

Programa de cocina

Soy cocinero. Estoy grabando una pequeña serie de mis mejores recetas. Antes me pidieron que viera un sinnúmero de programas de televisión, series, de los reality, canales de youtubers, de profesionales, de aficionados y de influencers relacionados con la cocina para analizarlos y ver las tendencias, los errores, aciertos y así. Me han sugerido hacer cierto tipo de cosas para atraer a la mayor cantidad de personas: –Fácilmente podrías tener más de un millón de seguidores–, me dicen. Entre los consejos que me dieron, resaltó el contar chistes, cocinar sin camisa e insultar gente.

Pareciera que el objetivo ahora sea lograr muchos likes y hordas de seguidores adormecidos para lograr reacciones, en tanto que el contenido se queda en segundo plano.

En una gran cantidad de casos, el tono y manera de decir algo determina la reacción de las personas, mucho más que el contenido. El tono es inmediato y genera reacciones en tanto que el contenido permanece inerme. Como consecuencia de esto, tenemos toda una cultura de idiotas sin talento, preparación y propuesta saturando las redes diciendo y haciendo barbaridad y media, y hasta haciendo el ridículo, y todo por obtener un notoriedad breve y sin sustancia y, peor, inconsecuente.

En el tema de la cocina he visto tanta cosa; orangutanes arrojando ingredientes a la olla y la plancha sin técnica, sin contexto, sin un sentido claro y sin un significado capaz de establecer una conexión cultural o conceptual. Torpeza pura. Exageran el tono y el histrión para dirigir la atención fuera de las marranadas que hacen, y así transforman su ejecución en un mero show de ineptitud y ridículo. Lo peor es que al final, después de tanto like, loa y alabanza, terminan creyendo que realmente saben cocinar.

No saben una chingada.

Los likes y la cantidad de seguidores no validan nuestras acciones, solo las amplifican.

¿Qué valor tiene un influencer solo por generar un flujo masivo de reacciones sin contenido real? Ninguno. Es solo una estadística.

Veo también estos intentos por romper récords; el de la paella más grande, el de la carne asada (llevado a cabo aquí, en Monterrey), el de la pizza, y así. Y también están los concursos de a ver quién come más y más rápido. En Got talent España, un tipo se para frente al jurado e intenta romper su récord del eructo más largo. La gente aplaude. Lo importante son las cantidades. No me queda claro qué coño nos está pasando.

Mire, entiendo que si subimos algo a nuestras redes sociales hagamos un poco de actuación, que se den exabruptos, reacciones subidas de tono y malabarismos asociados a lo lúdico, pues es parte del lenguaje efectivo de lo mediático, pero sin un contenido bien pensado, inteligente, artístico quizá, dirigido, a veces didáctico, estamos educándonos para entretenernos con histriones absurdos y sin sentido y, aunque usted no lo crea, nos transformamos lentamente en estúpidos. Es preocupante.

Hay que sentarnos a pensar con claridad y a diseñar nuestras participaciones en redes sociales de una manera distinta. Los likes y los circos de insultos en las secciones de comentarios de los post solo exhiben lo que somos, es hora de enderezar esta tendencia ridícula y perniciosa. Prepararse un poco sobre el tema que vamos a exponer, intentar no ser disruptivos solo por el afán de generar reacciones y estimular la reflexión y el diálogo puede ser un buen comienzo.

De niño recuerdo el programa Ensalada de locos, donde salían Héctor Lechuga, Alejandro Suárez y el genial Manuel Loco Valdez. La cortinilla de entrada mostraba a los cómicos intentando cocinar, y terminaban arrojándose harina, huevos, líquidos, haciendo un cagadero espantoso. Pues eso es justamente lo que está ocurriendo ahorita con esto de que cualquiera sube videos de cocina. Solo que no es comedia. Es patético.

Tenga usted un muy buen provecho y nos leemos la próxima semana.

Adrián Herrera

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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