Cultura

Mr. King

No he leído una sola novela de Stephen King. En cambio, he leído casi todas sus colecciones de cuentos y la mitad de sus noveletas. La variedad de temas que maneja es soprendente y no termina de impactarme la manera cómo las desarrolla.

King –no él, sino su literatura– son de mi generación; su primer libro, Carrie, lo publicó cuando yo tenía 5 años y ese libro me acompaña en mis recuerdos de siempre, porque estuvo en casa de mis papás toda la vida. Me acuerdo bien; era una edición paperback toda doblada y me gustaba contemplar la muy marcada concavidad del lomo, sus hojas dobladas y la portada rasguñada.

En mi adolescencia, King ya era un nombre común no solo en literatura, sino en cine y televisión, y eso consolidó su imagen de manera brutal y contundente. A partir de ahí se transformó de una persona a una especie de mago del cual siempre se esperaba algo inquietante, insospechado y siniestro, ya sea su último libro o alguna adaptación a cine de una de sus obras.

El otro día publiqué una cita de King en mis redes sociales. Es un tema que despierta muchísimo interés; algunos postearon sus libros favoritos del autor, otros comentaron sobre sus recuerdos al ver tal o cual película. Otros más se enfurecieron y declararon que King no era más que un producto social potencializado por el cine y la televisión, y que se trataba de un escritor mediocre.

Stephen King escribió un libro muy revelador llamado On writing (2000). Comenta que en el mundo hay tres tipos de escritores: los malos, los competentes y los súper chingones. Dice que los malos ahí se van a quedar y que no hay mucho que hacer por ellos. Pienso que quienes pueden decidir o evaluar a un escritor son los mismos escritores, por un lado y, por otro, los lectores educados que leen muchísimo y que están capacitados técnicamente para decir si un escritor es bueno o no. No me voy a extender mucho en el tema de los opinantes de internet, porque ya lo he hecho antes y ha quedado bien claro mi punto sobre ellos. Solo quiero agregar que revisando los muros de los que opinaron acerca de que King era un mal escritor y un producto artificial catalizado por la industria fílmica, solo pude constatar que, en efecto, se trataba de personas con muchas opiniones, pero sin cultura ni experiencia para sostenerlas.

A esto, el mismo King apunta lo siguiente:

“Creo que tendría como 40 años cuando me di cuenta que casi todos los escritores de ficción y poesía que han publicado algo habrán sido acusados por alguien de estar perdiendo su valiosísimo tiempo y talento. Si usted escribe (o pinta, o canta, o hace escultura), alguien va a intentar hacerlo sentir mal o ridículo por ello”.

Y esto porque siempre habrá gente que, como ya dije, crea que sabe más de lo que realmente sabe o porque les da envida que otras personas realicen su sueño de expresarse de cualquier manera, y ellos son solo opinantes parásitos que sueñan con lograr algo.

Sí: hay malos escritores, fotógrafos, cocineros y cantantes. Pero de todos se aprende. Si usted quiere aprender a escribir, hay que leer a los malos escritores, ¿pues de qué otra manera sabremos lo que debemos evitar?

En su libro, King enfatiza el hecho de “leer mucho, escribir mucho” y que esto puede llevarte a un nivel de ejecución más refinado y trascendente, y pienso que el tema del talento puede incluso quedar un poco atrás cuando se trata de disciplina y convicción. De hecho King, al igual que Anthony Trollop y otros autores similares, es muy prolífico y escribe demasiado.

Digo, comparado con Rulfo, su producción es monstruosamente amplia. Claro que el volumen no tiene nada que ver con la calidad, eso ya lo sabemos, pero la práctica constante y obsesiva sí trae otro tipo de resultados que siempre resultan benéficos, pues, en las mismas palabras de King, “leer y escribir constantemente te mete en un estado de conciencia más profundo y disminuye la probabilidad de que hagas el ridículo con la pluma o la computadora”.

Creo que lo más grave de todo esto es la pretensión; es más pernicioso pretender ser visto como un gran escritor (o artista o lo que sea) que vaciarse con honestidad y fuerza sobre el medio. Porque uno puede aspirar a ser rico, y puede lograrlo, pero en este mundo de expresión creativa, las cosas no funcionan igual: uno no desea ser un buen escritor, uno debe concentrarse en escribir y punto.

En fin, Stephen King es uno de mis autores favoritos por obsesivo, versátil, objetivo y porque llevo casi 40 años leyéndolo y viendo películas de sus obras, y ya es parte de mi historia. Además, le he aprendido muchísimo en términos técnicos y por la manera de manejar temas triviales que nunca se hubiera pensado que podrían transformarse en algo relevante.

Y no le haga caso a esos seudocríticos/literatos que con su flagrante ignorancia se la pasan desacreditando a creadores e iconos culturales como el señor King: se jactan de destruir lo que hacen otros para hacerse pasar por chingones, pero que al final solo revelan ser unos cagones.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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