Luis Nueda escribió una obra donde habla de mil libros que presuntamente habría leído. Y así se llama: Mil libros.
Esta obra estaba en casa de mis papás, pero no creo que nadie se hubiera tomado la molestia de leerla. Recuerdo muy bien el par de tomos encuadernados en tela y creo haberlos ojeado en algún momento, pero hasta ahí. De su autor se sabe poco (español, nacido en 1883 y murió en 1952) y solo ha dejado un puñado de libros. Pero esta obra posee una especie de encanto que invita; quizá por el título, que ofrece una variedad de lecturas o tal vez porque se acerca un poco a la mecánica de la antología, lo cierto es que el autor utiliza varios tonos para hablar de ese millar de libros. En algunos casos se limita a bosquejar, pero en otros momentos elabora todo un ensayo. También hay comentarios simples y divertidos, y apuntes frescos y sin alarde académico. Me parece que, en general, la obra es más divertida que informativa. Descubre uno libros y autores perfectamente desconocidos (muchos no vueltos a publicar) y te enteras de curiosos datos biográficos. Trae un poco de todo. Insisto en que su valor principal es el de la aventura, descubrir y regocijarse. Y como está armado por orden alfabético, es fácil hallar autores de interés, lo cual le da a esta obra un acercamiento enciclopédico.
Publicada en 1940 encontré los dos volúmenes es una librería en Chihuahua, de esas que venden de todo, incluidos libros viejos. Pagué 500 pesos, una suma muy pagable. Esta edición es de Aguilar y es una reimpresión de 1969, el año en que nací. La obra que estaba en casa de mis papás sufrió el mismo destino que muchos de los libros que teníamos: fueron a dar a la basura. Cuando nos cambiamos de casa mi mamá fue haciendo una limpia de muchas cosas que se habían acumulado en más de 25 años y en esa tanda se fueron libros muy buenos. Y es que en mi casa mi mamá solo leía libros de religión y mi papá variaba entre libros de política, tecnología y revistas afines. Se conservaba una parte de la biblioteca de mi abuelo y cuando vi lo que estaban haciendo con los libros corrí a seleccionar los que más me gustaban, me los llevé en secreto y aún los tengo.
Me pregunto cuántos libros he leído. Inútil saberlo. ¿Mil? No lo sé. El caso es que me parece interesante que alguien haya escrito un libro sobre los libros que ha leído; es como un intento de inmortalizar tal experiencia de lectura, de asir la palabra impresa y de mantenerla lo más cerca posible de sí mismo.
Y a todo esto, ¿qué utilidad tendría un libro así ahorita? Meramente informativo, me temo. Aunque no me guste admitirlo, sí hay libros y autores que pasan de moda. Y esto por una variedad de motivos; porque son mediocres, porque los temas han quedado obsoletos o han sido actualizados, porque los tiempos no llaman a interesarse por esos títulos o por esas extrañas y misteriosas razones que nunca vamos a poder dilucidar. Hojeando la obra de Nueda di con autores desconocidos y los investigué en internet; la mayoría, autores de su época que no lograron viajar bien en el tiempo y que han quedado solo como autores de interés académico. Otros autores se quedaron atrapados en su obra pues ésta quedó estéril, vacía y sin vida. Porque la literatura de consumo fácil y desechable siempre ha existido. Y también está el asunto de los nuevos títulos, la literatura que está de moda y que se consume como el fast food; me encantaría viajar a 200 años en el futuro y ver si todos esos libros de autoayuda y superación aún permanecen en los anaqueles de las librerías.
La cosa es leer.
Yo por mi parte he iniciado una lista de lecturas preferidas. Motivado en parte por los Mil libros de Luis Nueda, me parece que elaborar un archivo divertido y conciso de aquellos textos que nos han cambiado o que han captado nuestra atención es una empresa que puede resultar de provecho para otros. Porque cada quien lee a su manera y las cosas que le interesan, pero esa manera de ver las cosas también es literatura.
Adrián Herrera