Tengo varios amigos gays. Unos más que otros. Se quejan de que a estas alturas de la historia todavía se sienten rechazados. Y sí, es cierto. Vivimos en una sociedad predominantemente cristiana (católica) y nuestro comportamiento se rige, en gran medida, por una serie de preceptos morales que emanan de esta tradición judeocristiana. Me parece entonces fundamental cuestionar algunos de estos principios y leyes morales, pues algunos de ellos no son ya aplicables ni válidos.
El asunto de la homosexualidad es tratado por el Vaticano de manera incoherente; en el Catecismo de la Iglesia Católica, se menciona que:
“su origen psíquico (el de la homosexualidad) permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura, que los presenta como depravaciones graves, la tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso”.
Dice que el origen psíquico es desconocido y luego recurre a la Sagrada Escritura, como texto psiquiátrico universal, para resolver el problema. Y claro, los jotos salen perdiendo, porque los expertos en psicología que escribieron la Biblia (hace más de 2,000 años) la consideran una depravación. Luego dice el texto algo sobre la “tradición”; ¿de qué cultura, de qué época? Y menciona que la homosexualidad es contraria a la ley natural. Sin embargo, dentro del mismo texto aparece esto:
“Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual”.
Si no eligen su condición y ésta es instintiva, es, lógicamente, natural. Es confuso.
El texto sigue con lo siguiente:
“Los homosexuales están llamados a la castidad”.
¿Cómo se supone entonces que deben vivir su sexualidad estas gentes? Cualquier psicólogo le puede decir lo importante que es que una persona viva su sexualidad y lo malsano y peligroso que es reprimirla. Ah, pero ni siquiera pueden masturbarse, porque es pecado. Sencillamente no es posible que un ser humano se prive de cualquier actividad sexual.
Otra parte dice que las relaciones homosexuales “no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual”. Los seres humanos, homosexuales o no, tienen necesidades afectivas que sobrepasan cualquier consideración cultural o ideológica. Recordemos la película The crying game, en donde una persona se enamora de un trasvestista sin saber que éste era hombre. La sexualidad está íntimamente ligada a la afectividad.
Por lo visto, es preferible dejar el asunto en tinieblas, pues de ahondar en éste tendrían que aceptar que la homosexualidad es una condición natural en el ser humano y no se le puede restringir ni condicionar. Esto traería serios problemas de base, pues se cuestionarían algunos de los principios morales sobre los cuales se sustenta la Iglesia, y de ahí podría extenderse el asunto hacia secciones que comprometan los cánones e infalibilidades milenarias. El Catecismo cierra el tema así: (Los homosexuales) “no pueden recibir aprobación en ningún caso”.
A ver; primero dicen que el origen de la homosexualidad no está del todo explicada. Después advierten que no es ni legítima ni natural y peor: que es una depravación. Luego afirman que es instintiva y que no es culpa de los homosexuales, pero termina diciendo que no hay manera de aprobarla. Neta, no entendí una chingada. Me gustaría que comenzara por resolver el problemita que tiene con sus sacerdotes que abusan sexualmente de niños y adolescentes. Creo que ahí comenzarían a elaborar leyes acordes con la naturaleza humana y no con las leyes “divinas”.
Ya dejen en paz a los leandros y lesbianas, son como cualquier otro ser humano. En otros países es algo normal, y aquí estamos escandalizándonos y haciendo argüendes tontos como si estuviéramos en la Edad Media o en la Inglaterra victoriana.
