Ya para cuando un canal que se vende como especialista en historia habla de alienígenas intercambiando ideas sabemos que algo muy mal está ocurriendo aquí
Villahermosa, Tabasco. Salimos temprano rumbo a Palenque. Voy con mi termo de café contemplando el verdísimo paisaje; ranchos con agua y pasto abundante, casas de tejas tradicionales, ganado, aves, un paraíso. De pronto, el chofer comienza a darnos una introducción a lo que vamos a ver en Palenque; habla sobre el templo de las inscripciones, sobre lo bonito del lugar y, más notable, sobre el rey Pakal el grande, figura importantísima en la historia del sitio, porque una imagen tallada en la lápida de su ataúd lo muestra manejando una nave espacial.
–¿Dijo usted una nave espacial?–, pregunto perplejo.
–Sí, sí, un escritor suizo, Erich von Däniken, lo escribió en uno de sus libros (La carroza de los dioses), –responde.
–Ajá. ¿Y usted cree eso?
–Puede ser, su explicación de que los alienígenas estuvieron en la Tierra en la antigüedad tiene mucho sentido–, dice rascándose la cabeza.
–No me diga. ¿Y la explicación arqueológica?
–Bueno eso también hay que tomarlo en cuenta.
Imagínese. Hay que tomar en cuenta el trabajo y la opinión de los arqueólogos, pero mejor creer en los disparates alucinados de un payaso que se le ocurrió interpretar una expresión cultural antigua de acuerdo a creencias infundadas y que además inventó “pruebas” que resultaron fraudulentas y fue acusado de plagio. Y eso me lleva a otro fanático alucinado: J. J. Benítez, el español que afirma que Cristo era un alienígena y que la serie de novelas que escribió sobre Él, Caballo de Troya, están basadas en información e investigaciones reales. Sí cómo no.
Llegamos a la zona arqueológica. Algo que siempre hago es contratar un guía certificado. ¿Por qué hacer esto? Bueno porque, a menos que uno sea arqueólogo, está cabrón andar adivinando qué significado tienen estos lugares, cuál es su historia y así. No son parques temáticos y tampoco estamos allí para sacarnos una bonita foto y postearla en redes sociales. Vamos a estos sitios con la intención de vivir un poco la arquitectura, la historia, la flora y fauna, el momento en el cual confluyen todos estos elementos y hacen de nuestra visita algo único e irrepetible. Pasearse pendejamente sin saber absolutamente nada de esa civilización es un despropósito, una pérdida de tiempo. En ese caso, lo mejor sería quedarse en casa.
El punto es que el guía nos va llevando por los grupos de edificios, explicando su arquitectura, las cosas que se vivían en ellos, las plantas más comunes de la región y su importancia en la historia del sitio, el clima, los insectos, las obras de restauración y tantas cosas más. Así llegamos a una parte donde un vendedor ofrece cueros con reproducciones de algunas inscripciones y tallas en roca del sitio. Una de ellas, la de Pakal el Grande, capta mi atención. Precisamente de lo que veníamos hablando en el carro. El guía describe con detalle el significado de los símbolos de la imagen, encontrada en la lápida de féretro del longevo gobernante y, para terminar, menciona la “teoría” del escritor suizo. Reímos. Porque después de escuchar una descripción científica –y además muy congruente– del significado de la imagen, ya no podemos regresar a creer la pendejada esa de los extraterrestres. Neta, no se puede. Ah, y no hay que dejar de mencionar que el History Channel tiene varios programas basados totalmente en seudociencia y en uno de ellos mencionan a Von Däniken. Ya para cuando un canal que se vende como especialista en historia habla de alienígenas intercambiando ideas y creencias con las antiguas civilizaciones, sabemos que algo muy mal está ocurriendo aquí.
Vuelvo a los libros de Von Däniken y Benítez, ¿por qué no escribirlos como ficción? La serie de Caballo de Troya bien pudieron haber constituido una buena obra de ciencia ficción y las alucinaciones de Von Däniken caben perfecto dentro de este género.
Yo creo que es hora de tomarnos la ciencia un poco más en serio y dejar estas creencias seudocientíficas en esa región limítrofe de la imaginación y la alucinación.
Ah, y dejar a Pakal el Grande morir como lo que era y no andar subiéndolo a naves intergalácticas.