"El abuso en el consumo de este producto puede ser nocivo para la salud", esta leyenda la dice en un montón de productos, especialmente cigarros y alcohol. Primero, pongan la verdad, no "puede" ser nocivo, es nocivo. Déjense de mamadas legales. Segundo, ¿se ha puesto a pensar que tal vez el que abusa no es tanto el consumidor sino el producto? Le explico. Detrás de todo lo que usted compra existe un equipo de mercadotecnia que hace estudios exhaustivos para determinar quién va a comprarlo y cómo. Gastan fortunas. Y ese dinero se tiene que recuperar, porque el producto en sí cuesta muy poco comparado con el costo de publicidad.
Usted puede vender basura como si fuera oro y remedios absurdos e inútiles como panaceas y eso gracias a la mercadotecnia. Las leyes que controlan este ejercicio no terminan de cuajar porque los intereses económicos que hay detrás son astronómicos y a nadie conviene educar a las personas o por lo menos decirles la verdad acerca de lo que comen, lo que se ponen en la piel, las cosas perfectamente inútiles que compran y los remedios medievales que consumen.
Sí: existen trabas y leyes que prohíben o limitan anunciar o vender ciertos productos, pero no es suficiente. Las estadísticas de salud lo dicen todo. Lo que se necesita es hablar al chile y establecer acuerdos para controlar el uso desmedido y desatado de la publicidad. Ya lo he dicho antes: la mercadotecnia es una ramera sin ética. No le importa qué venda ni las consecuencias que pueda tener en las personas. Es un fenómeno generado en sí mismo y para sí mismo, encerrado en sus propias leyes, incapaz de ver más allá de su propia estructura. Un monstruo ciego e insaciable, pues. Se regodea de sus métodos y efectos, se mete en la cabeza de la gente, genera deseos donde no los había, temor donde conviene y confusión para sembrar patrañas.
Queda claro que se requiere educar a las personas para que sepan diferenciar lo que se les vende y reconocer las fuerzas ocultas de la mercadotecnia. Este proceso de manipulación es científico y es altamente eficiente, lo cual lo hace particularmente peligroso. Usted puede lograr lo que sea con una herramienta así. Por eso se necesita de un sistema de control para evitar que se desaten los demonios, como ya está ocurriendo. Simplemente digo que se tienen que crear mecanismos que cuestionen e investiguen los productos y la manera en que se anuncian y de ahí emitir leyes que limiten y enderecen el asunto. No, no podemos anunciar cualquier cosa y tampoco podemos usar cualquier estratagema para anunciar productos cuyo uso pueda generar algún tipo de efecto nocivo. Como dije, ya se ha hecho algo, pero no lo suficiente. Hemos dejado que el mercado haga lo que ha querido y ya estamos pagando las consecuencias. Recuerde: lo que parece inocente o inofensivo no lo es gracias a la mercadotecnia. Y viceversa. Dicen una cosa y dan a entender otra, esconden algo y muestran otra cara, lanzan una campaña que a la larga cambia la percepción de la gente sobre algo y suele ser malo. Empiece con productos nocivos y siga con campañas de políticos, por poner un par de ejemplos sencillos y obvios. Es una cuestión de ética, algo que por supuesto no existe en ese medio. Lo dejo con un problema gravísimo que no parece estarse resolviendo: el consumo desmedido de azúcar. Casi todo tiene azúcar. Una bolsa de sal no lleva solo porque Dios es grande. No voy a decir más.
Ya llegará el día en que veremos en los empaques y en la televisión anuncios como: "¡Cuidado! El consumidor será consistentemente abusado por este producto".
Hasta ese día.